San Sebastián

Dolorosamente hartos

La Razón
La RazónLa Razón

Al final ETA ha vuelto a los ayuntamientos y puede seguir amedrentando a la gente de bien. Seguramente este es el mayor colectivo de ciudadanos de este país. Los que se sienten, nos sentimos, dolorosamente hartos de que al final ETA haya vuelto a los ayuntamientos del Pais Vasco y pueda seguir amedrentando a tanta gente de bien con los cientos de millones de euros que saldrán de los bolsillos los contribuyentes españoles. Si, los españoles a los que tanto odian estos chicos de Bildu que el pasado sábado dejaron en casa la piel de cordero con la que se nos presentaron antes de las elecciones. Para llevárselo crudo no importa la procedencia de los billetes. Me imagino que el Presidente del Constitucional y los otros cinco magistrados que no vieron ninguna razón para evitar que esta nueva marca de Batasuna, y por lo tanto de ETA, habrán evitado ver los telediarios, escuchar los informativos de las radios y leer los periódicos. Seguro que el pasado domingo don Pascual Sala se limitó a la página de pasatiempos y los espacios de entretenimiento. De lo contrario sería tremendo pensar que, al menos, no sintiera un mínimo de sonrojo. Bildu y su vientre de alquiler fallecido en el parto, Eusko Alkartasuna, se quitaron la careta en el mismo momento en que se vieron recompensados con bastones de mando y concejalías. Ninguno de ellos tuvo la decencia de pedirle a ETA que se disuelva y entregue las armas, con el nuevo alcalde de San Sebastián a la cabeza. Ha sido volver a pisar moqueta y tener la llave de la caja y quitarse la careta con la que no habían engañado a nadie, salvo a los seis del Constitucional, si es que optamos por la versión más benévola. Insultos, amenazas, exigencias sobre los presos de la banda, claro esta, la bandera de España fuera del balcón de aquellos consistorios en los que se han puesto a mandar. Entre tanta ignominia que no es otra cosa que un «déjà vu», la figura del joven concejal del PP en Elorrio, Carlos García, quedará para siempre como un ejemplo de dignidad. Voto al PNV para evitar que allí también los bildus se hicieran con la alcaldía. Su imagen era la de Gary Cooper en «Solo ante el peligro». Los independentistas indignados le silbaron y abuchearon cuando recordó a dos de los asesinados, uno de ellos de la forma más cruel e ignominiosa que se recuerda, como fue el caso de Miguel Ángel Blanco. Carlos García no esta sólo porque la inmensa mayoría de los españoles están con él, pero lo que necesita es que el Ministerio del Interior garantice su vida. Su vida en libertad. La suya y la de todos los vascos que no piensan como los de Bilbu-ANV-Batasuna o como coño quieran llamar ustedes a estos mismos perros que ni siquiera han tenido el mínimo pudor de no volverse a poner los mismos collares . Rubalcaba tiene la obligación de garantizar la integridad física de Carlos García y de tantos otros que como él han vuelto a dar la cara frente a quienes actúan por la espalda. Alfredo, que el pasado domingo se lamentaba de que no se hubiesen producido más acuerdos para evitar que tantas alcaldías cayeran en manos de estos chicos que condenan toda la violencia como si fuera lo mismo el tiro en la nunca que la detención de un delincuente, debería aclarar cual es la verdadera intención del PSOE con respecto al futuro político y social de Euskadi. Porque mientras Rubalcaba es ministro del Interior, Alfredo es ya el líder in pectore de su partido tras ganar las primarias por incomparecencia del rival.