Barajas

Terreno minado por Ángel del Río

La Razón
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No es la primera vez que en la zona donde ayer apareció el cadáver del pequeño Gabriel se producen accidentes, generalmente protagonizados por menores. Es un territorio minado, un paraje abandonado y peligroso por la existencia de minas cuya explotación cesó hace tiempo, pero que permanecen abiertas, sin control. La autopsia determinará las causas de la muerte y las investigaciones policiales si fue o no un accidente. Quizá sorprenda a más de uno que en la localización del cadáver se hable de un paraje denominado las Minas de Vicálvaro, pero lo cierto es que en nuestra Comunidad hay una dirección general de Industria, Energía y Minas y más de un centenar de éstas en explotación; es más, los yacimientos de sepiolita suponen el 80% de las reservas mundiales, y algunos de ellos se localizan en Vicálvaro, Barajas y Villa de Vallecas. En la región hubo yacimientos de galena, calcopiritas, estaño, plata, cuarzos argentíferos, cobre, plomo y bentonita, y estos momentos la producción minera madrileña representa el 4% de la estatal. Muchas de estas explotaciones, ya sin uso, fueron abandonadas y constituyen un peligro en potencia, porque a veces suponen una atracción para la curiosidad infantil, y más de un accidente ha habido que lamentar, esperando que en este caso se haya tratado de un accidente, cuestión que revelará la autopsia.
La historia de Gabriel ha acabado de forma distinta a cómo pensaron sus padres y su familia. No estaba retenido por nadie, sino por la maleza, en la laguna verduzca de un paisaje minero en plena meseta urbana.