
Singapur
El jardín de los árboles gigantes
Abre al público la primera fase de los «Jardines de la Bahía» de Singapur. El complejo, de 101 hectáreas y 18 estructuras verticales de hasta 50 metros de alto, utiliza los residuos verdes del parque para generar electricidad reduciendo el consumo hasta en un 30 por ciento

Con sus 710 km2 y sus 4,5 millones de residentes, Singapur cuenta con 3.318 hectáreas de parques y zonas verdes. Si leen al columnista de este dominical Ramón Tamames, les sonarán estas palabras de hace unos meses: «Lo más admirable de Singapur es la protección ambiental: bosques urbanos y arboledas en las calles más céntricas, con autopistas sombreadas por enormes flamboyantes. Todo eso, en medio de una actividad vertiginosa, que la ha convertido en el cuarto puerto mundial y en una de las principales plazas financieras del planeta».
Según publicaba recientemente el «New York Times», su población en los últimos 25 años se ha duplicado, mientras las áreas verdes han pasado de ser un tercio de la ciudad estado a casi la mitad. El Gobierno creó un ambicioso plan destinado a convertir Singapur en «una ciudad en un jardín» y esta semana está un poco más cerca de conseguirlo. La joya del desarrollo, los Jardines de la Bahía, abren al público estos días con precios a partir de los cuatro euros. Este espacio de 101 hectáreas se compone de tres partes: la Bahía del Sur (con 54 hectáreas), Bahía del Este (32 ha) y la Bahía Central (15 hectáreas).
Árboles gigantes
El coste de la Bahía del Sur, la parte que abre al público, asciende a más de 625 millones de euros y su diseño es responsabilidad de un equipo inglés liderados por Grant Associates. Su idea fue unir botánica y tecnología en un espacio consagrado a la biodiversidad capaz de consumir lo mismo que cualquier centro comercial de la ciudad; un 30 por ciento menos que si no hubieran pensado en la eficiencia energética.
Los 18 árboles, de entre 25 y 50 metros, son lo más representativo del proyecto. En realidad son jardines verticales con corazón de hormigón y acero y piel herbácea; 162.900 plantas entre orquídeas, bromelias, etc. Doce conforman el bosque de superárboles, el más alto cuenta con un restaurante panorámico, mientras que los dos ejemplares de 42 metros están unidos por una pasarela de 128 metros de largo transitable a 22 metros de altura. Ocho de ellos cuentan con paneles solares con una potencia máxima de «entre 100 y 150 kW», explica Meredith Davey, directora asociada de Atelier 10 y miembro del equipo de diseño.
Hay dos grandes invernaderos de una hectárea aproximada cada uno dedicados a la flor mediterránea y tropical respectivamente y contienen hasta 226.000 plantas. El sistema de refrigeración de alta eficiencia energética parte precisamente de este punto: «unas 3.000 toneladas de residuos de los jardines (biomasa) y embalajes desechados del puerto generarán un MW de energía eléctrica para la climatización y 5 MW de calor que se utilizarán como desecantes y para los enfriadores de absorción», explica Davey. Y volviendo a los árboles, tres de ellos funcionan como chimeneas por donde se conduce el aire de la combustión; parte se vuelve a encadenar al sistema de refrigeración, y parte sale junto al aire de los invernaderos. El agua de lluvia también se recoge en estas estructuras y con ella se alimenta el lago principal y se riega. Además, para reducir las necesidades hídricas, el parque se ha conectado a la red «Singapur Newwater, la planta de tratamiento de aguas grises municipal», concluye Davey.
La Asociación Española de Paisajistas valora el proyecto positivamente: «Pone de manifiesto los beneficios que el tratamiento de los paisajes tiene en la sociedad, con invernaderos que reproducen algunos de los biomas más amenazados del planeta».
Completan la Bahía del Sur, los jardines exteriores o «jardines patrimonio» de Malaya, India, China y los antiguos coloniales y otros seis espacios educativos con diferente flora relacionada con las partes de la tierra, la evolución del planeta y los problemas originados por la actividad humana. A estas zonas verdes se une el Lago Dragonfly, su kilómetro de largo y sus 72.000 m3 de capacidad (igual que llenar 192 estadios olímpicos) que, además, se usa para purificar el agua proveniente de los jardines gracias a microorganismos. Cierra el parque el Paseo de Marina que une en un kilómetro arbolado el centro de la ciudad con el parque y un auditorio para 10.000 personas.
El parque está al lado del complejo Marina Bay; tres edificios coronados por un buque que se alzan cual atalaya sobre Singapur y que son propiedad de Sheldon Adelson, el magnate que tiene a Madrid y Barcelona en vilo por el futuro Eurovegas.
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