Filosofía
Fútbol o política
Mientras rumio mis tristezas con café y churros, entran a dar en la barra dos, en atuendo de trabajadores, para distinguirse, y a mucha honra, de los ejecutivos de corbata, y, con lo claro que se vocean entre el barullo, no puedo menos de oír las patochadas que se dicen: –¡Hombre, tú!, así que has venido a dar también en el Quintín para el clareo de las 11. Pues acertaste, tío, y ven acá, que te convido a una con pincho de tortilla. –Hombre, no... –Venga ya; qué, ¿a qué andas allí dentro? –Cambiando el transformador. Ya te he visto al entrar pintando la fachada. – Ahí, al gusto de la señora, que se lo voy a dejar como una bombonera. Pero, ¿qué me dices del bochinche del míster del Pedregal contra el Ostroski? –Mira, este... –Matías, a tu mandar. –Aquí, Felipe. –Pues mira, Matías, de fútbol ni entiendo ni me importa. –¡Coño, uno que no! Pues eres un caso, Felipe. Entonces, ¿qué lees tú de la prensa, tío?, ¿o qué escuchas de los informativos? ¿Acaso cosas de política o así? –Bueno, sí: por lo menos, estar al tanto de lo que pasa en el mundo, de las que nos arman. –No jorobes, tío: ¿y te tragas discursos de ministros y opiniones de expertos en economía o lo que se guisen? Un rollo mortal: no sé cómo sigues vivo. –Pues anda que no es rollo de esquijarrarte a bostezos eso que os tragáis de lunes a domingo de cambios de directiva de los clubes, de si hubo o no penalti en el partido, de si millones de contratas de nuevos futboleros: si por lo menos os dedicarais a ver los partidos, aunque fuera por la tele, al juego, hombre, en vez de «toa» esa literatura... –Bueno, en eso «pué» que lleves algo de razón. Pero ¿te crees que con la política es distinto? –Por lo menos se trata de cosas que tocan a nuestras vidas, ¿no? –Me parece que viene a ser lo mismo que has dicho del fútbol, que nos enredamos y aburrimos en literaturas y lo que había de juego lo tenemos olvidado: ¿qué sabes tú, debajo de los tejemanejes de los políticos, lo que está pasando de veras con la gente? –Puede, Matías, que lleves razón. Total, que no sabe uno con qué peor quedarse. –No, no sabe uno.
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