Sevilla

Zapata un tenor a golpe de tango

Llega «il tenore» con el rostro demudado. Los ensayos de «El caballero de la rosa», que estrena el 3 de diciembre en el Teatro Real, le han jugado una mala pasada y viene nervioso. Se excusa una vez, y después otra: «No me he encontrado. El primer ensayo musical es lo peor. Lo paso de mal...».

Esta noche actúa en el Circo Price
Esta noche actúa en el Circo Pricelarazon

Pero sabe que la entrevista es por otro tema y aparca su personaje, se calza la sonrisa, se afloja el cinturón y toma las riendas sentado en un silloncito blanco muy moderno. Hoy presentará en el Circo Price su nuevo trabajo discográfico, «Mano a mano» (con tangos como «Caminito, «Cuesta abajo, «Uno»...), un capricho para el que ha contado con las voces de un puñado de amigos grandes: «Les busqué y me dijeron todos que sí, imagínate.

Ellos son tremendos y yo no soy nadie. Dices sus nombres y se te queda la boca abierta: Mercé, Poveda, Pasión Vega, Marina Heredia, Rocío Martín y Ángela Cervantes, que es un monstruo de niña que grabó su tema de un tirón. Ya verás lo que va a dar que hablar. En cambio, ¿quién me conoce a mí? La última incorporación fue la de Miguel (Poveda), que canta "Mirando al sur". Él es un payo de Barcelona que vive en Sevilla y no podía haber otro mejor para este tema. Cada uno ha elegido lo que quería cantar», asegura.

El primer desamor
Confiesa –y ahí ya es cuando se le nota relajado– que el tango siempre ha estado unido a su vida, «desde chico, cuando se lo escuchaba cantar a mi abuela. Lo llevo pegadito porque soy un romántico empedernido. Mi primer desamor va unido a "Cuesta abajo": me lo ponía sin parar, lo escuchaba una y otra vez para hacerme todo el daño posible y arrastrame por el suelo. Contaba la misma historia que a mí me había pasado: una mujer a quien yo amaba y que todos querían que me quitara de la cabeza», recuerda. Se le quedó tan dentro a Zapata que ha llegado con este disco el momento de sacarlo fuera, pero sin voz tenoril, aclara: «Es necesario que se quede agazapada porque habría sonado a tenor y es horroroso. Yo, de "crossover"no tengo nada. El tango hay que cantarlo con las tripas. Rossini está para otros menesteres. El resultado es muy bueno. Temía que pudiera resultar un pastiche, que no quedara natural, pero de eso nada. Lo lírico y lo flamenco empastan perfectamente. Entre nosotros ha habido magia y eso se nota».

Darse un capricho
Quiere que «Tango» no sea un punto y aparte en su carrera, aunque lo define como un «capricho, una autosatisfacción personal, un disco que quiero y para los que quiero». Y, ¿habrá más? «En el futuro tengo el proyecto de atreverme con otras músicas, la copla me vuelve loco y el bolero, madre mía, el bolero... Además, el calor del público se siente de distinta manera. Cuando interpretas un tango la gente te grita, se pone de pie, llora, canta contigo, lo vive y lo saca afuera. En un teatro de ópera no grita nadie, se mueven más bien poco, y mi sueño es emocionar, conseguir llegar. Quería que alguien me escuchara cantar "Caminito"y se le pusiera la piel de gallina", dice, mientras al hilo deja escapar un pensamiento en voz alta: «Si tuviera las riendas de mi vida me dedicaría a esto, pero, ¿quién es dueño de la suya? Con hipotecas, los recibos, la familia... La ópera es una esclavitud». Una esclavitud que, en el fondo y no tan en el fondo, adora y lleva tatuada hasta los huesos. Todos, José Manuel Zapata, tenemos un mal día. Y se despide, después de una comida frugal, con un abrazo de oso fieramente humano.



«Showman» en vuelo raso
Le gustan las patatas revolconas, con su pimentoncito y su aderezo, y se siente a gusto en una buena mesa. José Manuel Zapata lleva el arte en las venas desde hace treinta y tantos años. No le habían salido los dientes y ya intuía que lo suyo era puro espectáculo. Son impagables sus imitaciones de compañeros de profesión, a quienes calca, palabra, el gesto y la voz. Nino Bravo fue el primer artista que se cruzó en su carrera. Con Rossini se tropezó después. En Pésaro Flórez le ríe y le quiere, y con René Fleming en el Met hubo flechazo artístico. Tiene un nombre clave de simulador de vuelo (pasión confesa), Rinuccio.