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La nueva Biblioteca Vaticana

Los investigadores y estudiosos de medio mundo tienen una fecha marcada en sus agendas: 20 de septiembre de 2010. Ese día reabre sus puertas la Biblioteca Apostólica Vaticana después de tres años de cierre por obras motivadas por el peligroso estado de la estructura de una de las alas del edificio en que, a finales del siglo XVI, el Papa Sixto V ubicó esta institución emblemática en el mundo de la cultura.

La nueva Biblioteca Vaticana
La nueva Biblioteca Vaticanalarazon

A buen seguro el 20 de septiembre se repetirán las colas del 14 de julio de 2007, cuando la biblioteca fue cerrada, aunque la alegría sustituirá las caras de angustia e incertidumbre que aquella jornada lucía el ejército de estudiosos que consideran su casa las salas, pasillos y anaqueles donde reposan los más de dos millones de documentos que han acumulado los Papas desde los albores de la cristiandad.

 «Aquí se custodia el saber y la cultura desde una perspectiva universal, como es la propia Iglesia. Los libros son una manifestación extraordinaria de esa universalidad eclesial». Monseñor Cesare Pasini, prefecto de la Biblioteca Apostólica Vaticana y experto en hagiografía bizantina, se emociona al hablar de la institución que dirige, siempre bajo la supervisión del cardenal Raffaele Farina, bibliotecario de la Iglesia Católica. «Hace siglos que el hombre habría perdido la posibilidad de disfrutar de manuscritos, incunables o libros impresos de extraordinario valor y belleza si no hubieran sido custodiados por El Vaticano, que los ha considerado siempre un tesoro. Esta biblioteca representa algo muy importante para la humanidad».

Un cierre inevitable
El valor incalculable de los bienes custodiados explica el malestar que la comunidad científica internacional sintió cuando la Santa Sede informó del cierre. Hubo incluso un manifiesto firmado por cientos de estudiosos que solicitaban al Papa una demora en las obras. Éstas, sin embargo, no podían tardar. «Los técnicos nos dijeron que no podían arreglar la estructura y el pavimento dañado si seguíamos abiertos al público. Fue una pena, pero tuvimos que cerrar. Pensamos en retrasar las obras un tiempo y trasladar parte de nuestros volúmenes a un lugar donde los investigadores pudieran consultarlos, pero habría supuesto una demora en el arreglo de la estructura que, según los expertos, el edificio no se podía permitir».
Consciente de la angustia que el cierre había provocado entre los usuarios de la biblioteca, monseñor Pasini decidió implicarlos en las reformas. «Puse en marcha un boletín por correo electrónico en el que contaba periódicamente cómo iban las obras». La idea ha sido un éxito: los comunicados llegan a más de 6.000 expertos de todo el mundo que han podido ver cómo se cumplían los plazos de renovación del edificio.

Monseñor Pasini asegura que la espera ha valido la pena. Está convencido de que, cuando franqueen el zaguán de la biblioteca, los estudiosos se alegrarán de los cambios. Además de reorganizar sus fondos, la institución vaticana ha modernizado buena parte del edificio, haciendo más agradable y fácil el trabajo de los investigadores. «Podrán moverse entre las salas de una manera más cómoda y trabajar con sus ordenadores en cualquier lugar gracias a la nueva conexión inalámbrica», cuenta.

Otra de las novedades se ha producido en el campo de la seguridad y coloca a la Biblioteca Apostólica Vaticana a la vanguardia internacional. Ha ideado una etiqueta dotada con un chip que emite una señal gracias a la que se puede saber en todo momento dónde se encuentra el libro y quién ha solicitado su consulta. «Es como el GPS de los coches pero para los fondos de la biblioteca, con el valor añadido de saber en manos de quién está el ejemplar», explica monseñor Pasini. Este sistema servirá como elemento disuasorio para los posibles ladrones y permitirá a los bibliotecarios reorganizar los fondos con facilidad.

 El GPS hace casi imposible el robo de las grandes joyas de la Biblioteca Apostólica Vaticana. Entre ellas se encuentra una Biblia en códice en pergamino del siglo IV, varias obras de Virgilio o uno de los ejemplares más antiguos de la «Divina Comedia. El favorito del prefecto, sin embargo, es el Papiro Bodmer 14-15. Este documento posee una de las historias más fascinantes de todos los que se conservan en la institución fundada por el Papa Nicolás V en 1450: una trascripción de los Evangelios de Lucas y de Juan realizada a finales del siglo II.
«Son los Evangelios más antiguos conservados. Hace además pensar que, si contiene a Lucas y a Juan, también existía un ejemplar con Marcos y Mateo. Habría un tomo para cada dos. Se trataría, pues, de un testimonio físico del Evangelio cuadriforme ya en el siglo II».

Mudanza gigantesca
Si resulta agotador la mudanza de una vivienda, empaquetar, trasladar, desempaquetar y reordenar los más de dos millones de documentos con que cuenta la Biblioteca Apostólica Vaticana es inimaginable: «Ha sido muy laborioso, aunque todo ha transcurrido sin problema. Nada se ha perdido ni dañado. Estuvimos meses preparando cómo guardar nuestros fondos y cuáles eran las necesidades particulares de conservación. Luego vino el traslado y, por fin, el retorno, que es lo más fácil. Sólo debíamos abrir las cajas y poner cada cosa en su justo lugar», explica monseñor Pasini, prefecto de la Biblioteca Apostólica Vaticana. Especial cuidado han exigido los manuscritos, que han sido colocados el tiempo que ha durado las obras en al Archivo Secreto Vaticano. Ahora ya han vuelto a la biblioteca y reposan en su almacén particular, el llamado búnker. «Con las obras ya no se produce allí ningún tipo de polvo y tienen los perfectos niveles de humedad y temperatura. Contamos también con una sala especial para los papiros, que requieren parámetros particulares. El búnker es una sala bajo tierra, sin ventanas y capaz de resistir catástrofes de todo tipo».


Piezas esenciales de un fondo literario y arqueológico


• «VIRGILIO»

La mayoría de los ejemplares modernos de las obras de Virgilio están basadas en el «Vergilius Romanus», un manuscrito conservado en el corazón de la Santa Sede. Con sus quince siglos de historia, este valiosísimo documento contiene la «Eneida», las «Geórgicas» y parte de las «Bucólicas». Sin la custodia vaticana, el texto de la «Eneida» probablemente se habría perdido para siempre.

• «BIBLIA URBINATE»
Por supuesto, no podía faltar entre los fondos de El Vaticano una Biblia. Una de las más hermosas de los fondos es sin duda la «Biblia Urbinate», conocida con esta denominación porque fue la joya de la biblioteca de Federico da Montefieltro, duque de la ciudad de Urbino e importante mecenas de las artes. Esta Biblia del siglo XV cuenta con ilustraciones que la convierten en una obra de arte inigualable.

• «LA DIVINA COMEDIA»

Una de las obras cumbres del poeta renacentista Dante Alighieri (en la fotografia). Se trata de uno de los volúmenes más hermosos que existen de este título,l ya que está ilustrado nada menos que por el gran pintor florentino Sandro Botticelli. El autor de «El nacimiento de Venus», entre otras obras clave de la pintura del siglo XV, hizo los dibujos que acompañan los versos épicos de Dante.

• «El PAPIRO BODMER»
Uno de los documentos más valiosos de los que conserva la Biblioteca Apostólica es el papiro Bodmer 14-15. Contiene los Evangelios de Lucas y Juan escritos durante el siglo II y supone una joya para la cristiandad y para la historia de la religión. En su momento fue utilizado con fines litúrgicos y después pasó a ser venerado como una reliquia. Llegó a la biblioteca como regalo de un poderoso magnate estadounidense.

• «FONDO NUMISMÁTICO»
La Biblioteca Apostólica Vaticana también cuenta con un importante fondo numismático de gran relevancia histórica formado por más de 300.000 monedas, medallas, sellos, placas, matrículas y demás objetos similares. Aunque una parte de la colección fue robada en su momento por Napoleón Bonaparte, todavía conserva un gran número de monedas, sobre todo, pertenecientes a la Edad Antigua.