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El emperador prepara a Japón para una nueva catástrofe nuclear

Por segunda vez en la historia, un emperador japonés compareció ayer ante sus súbditos en respuesta a la fuerza devastadora de la energía nuclear. El 14 de agosto de 1945, los japoneses escucharon en la radio algo que nunca creyeron que podrían oír: la voz del emperador Hirohito, quien anunciaba su rendición ante EE UU en la II Guerra Mundial, ocho días después de los hongos atómicos de Hiroshima y Nagasaki

El frío y una fuerte nevada dificultaron ayer las labores de rescate en Sendai, epicentro del desastre
El frío y una fuerte nevada dificultaron ayer las labores de rescate en Sendai, epicentro del desastrelarazon

Ayer, su hijo Akihito se convirtió en el primer emperador que ofrece un discurso televisado a la nación, en el que mostró su «profunda preocupación» por la amenaza que se cierne sobre Japón. «No sabemos a cuánto asciende el número de víctimas, pero rezo por cada persona que pueda ser salvada», dijo Akihito.

Los japoneses interpretaron el histórico discurso como una prueba más de la gravedad de la situación. Aunque, en realidad, no hacían falta adjetivos imperiales para subrayar lo obvio: el país se volvió a despertar con nuevos sobresaltos que añadir a la pesadilla en la que ha degenerado el terremoto de 9 grados de magnitud en la escala Richter del viernes. Los incendios y explosiones y los altísimos niveles de radiación en los cuatro reactores más expuestos de la central de Fukushima forzaron la evacuación temporal de los 50 operarios que aún luchaban por remediar la emergencia y procedieron a enfriar los núcleos con agua lanzada desde helicópteros, e incluso con mangueras antidisturbios, dos medidas de-sesperadas que incrementaron la desconfianza. La prioridad, dijo el Gobierno, es estabilizar el reactor 3, que contiene plutonio, un combustible mucho más peligroso para la salud que el uranio que se utiliza en el resto de las cámaras atómicas.

No está «fuera de control»

La OIEA confirmó ayer que están dañados los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 de la central nuclear de Fukushima, aunque aseguró que no se puede decir que esté «fuera de control». «La situación ha evolucionado y es muy seria», reconoció ayer en Viena Yukiya Amano, director general de la OIEA. Por otra parte, desde EE UU, su agencia nuclear afirmó que la piscina de uranio del reactor 4 está a punto de llegar a la fusión.

Ahora que nadie duda de que la situación es desesperada, el Gobierno japonés ha dejado de intentar aparentar que está todo bajo control: primero, solicitó ayuda al Ejército estadounidense para atender los muchos frentes que se le han abierto a la tragedia; después hizo un llamamiento a las grandes empresas del país, solicitando que colaboren para llevar víveres a los cientos de miles de desalojados de los alrededores de la planta atómica, así como a aquellos que consiguen escapar de la ratonera en la que se han convertido algunas ciudades del noreste, de las que no se puede salir por falta de gasolina y donde también escasean la comida y el agua potable.

Aunque los niveles de radiación fluctuaron a lo largo del día y los vientos tendieron a jugar a favor, la fuga persiste y de lo que se trata ahora es de evitar su proliferación. Los niveles reportados por las autoridades (actualizados en internet) sólo resultaban preocupantes en la provincia de Ibaraki, situada al sur de la planta nuclear. Pero, significativamente, las gráficas indicaban como «desconocidos» los niveles de los distritos más afectados (Miyagi y Fukushima). La Organización Mundial de la Salud (OMS) admitió que se trata de un escenario «extremadamente preocupante», pero volvió a repetir que, fuera del perímetro de seguridad de 30 kilómetros, los niveles de radiación no entrañan daños «inmediatos» para la salud. Algunos expertos acentuaron la matización: la OMS habla de «daños inmediatos», pero no aclara si una exposición continuada puede resultar perjudicial.

En conversación con LA RAZÓN, fuentes diplomáticas insistieron en que, aun en el peor de los casos, la población de Tokio no está expuesta a un grave peligro. La llamada a la calma contrasta con la percepción de dos países con muchas tablas atómicas. Alemania, y especialmente Francia, los dos principales productores de energía nuclear de Europa, que volvieron a adoptar un tono catastrofista. «Si ocurre lo peor, la tragedia de Fukushima, será más grave que la de Chernóbil», dijo París. Hay quien opina que detrás de este alarmismo se esconden intenciones electoralistas que obedecen a la agenda política nacional de dichos países.

El presidente de la Red de Medicina para los Afectados por la Radiación, Kazuhiko Maekawa, aseguró en una entrevista que es «innecesario evacuar la zona metropolitana de Tokio incluso en el caso de los niños, los más susceptibles a la radiación». Pero tanto en la capital como en otras ciudades situadas a pocos cientos de kilómetros de la fuente de emanación radiactiva, muchas familias continuaron haciendo acopio de víveres en los supermercados, intentaron hacerse con dosis de yodo (que previene del riesgo de cáncer de tiroides) y se prepararon para lo peor. Varios periódicos japoneses salieron ayer con reportajes que ofrecían consejos prácticos sobre cómo comportarse en caso de que la nube radiactiva toque la puerta de casa.

Diarios como «Nikkei Shinbum» consideraban «poco convincentes» las explicaciones del Gobierno, aunque tranquilizaban, afirmando que «actualmente los niveles de radiación en la zona metropolitana de Tokio son más altos de lo ordinario, pero extremadamente bajos en comparación con la radiación que recibe el cuerpo en un vuelo normal de Tokio a Nueva York».


Otros 130 trabajadores entran en Fukushima para evitar la tragedia
- En una batalla para evitar el colapso, se decidió enviar de vuelta al medio centenar de héroes que se juegan la vida para salvar al país, un equipo que fue reforzado con otros 130 técnicos.
- El diario «Asah Shinbum» reveló que el primer ministro, Naoto Kan, está ejerciendo enormes presiones sobre la compañía que administra la central de Fukushima, Tepco, para evitar que desaloje la planta, abandonándola a su suerte, una idea que los directivos de la empresa habrían propuesto varias veces para no seguir exponiendo a sus trabajadores.
- Mientras, las tareas de rescate continúan en el norte. Como si Japón no tuviera problemas suficientes, ayer la ciudad de Sendai, epicentro de la tragedia, amaneció nevada, dificultando a los equipos.