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Los otros culpables

La Razón
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A Zapatero se le condena por ser el principal culpable del tijeretazo social, lo cual es cierto, pero no es el único. También se le señala como el primer responsable de que las cuentas públicas se hayan derrumbado con estrépito, pero no está solo. Su manera de gobernar, entre la improvisación y el populismo, ha desembocado en la peor crisis económica de España, pero ha contado con cooperadores necesarios y cómplices. Detrás de este fracaso de la política económica se esconde una quiebra moral, una perversión ética de todos aquellos que, pudiendo haber dado la voz de alarma a tiempo, cuando aún se podía evitar el desastre, callaron cobardemente y se entregaron a la adulación del líder, le cubrieron de ditirambos y glorificaron su oceánica sabiduría. Una pandilla de pelotas, en suma, compuesta por ministros degradados a secretarias complacientes, por dirigentes del PSOE que aclamaban las prendas de un rey desnudo, por pajines y bibianas, por propagandistas subvencionados, por reyezuelos y barones regionales cuya única preocupación ha sido sacarle brillo a sus campanarios… Toda esta caterva de cortesanos es tan culpable como Zapatero del recorte social. Pero aún hay otros dos colectivos especialmente responsables: los sindicalistas y los medios de comunicación adictos. Los primeros sabían a ciencia cierta que la indolencia del presidente vaciaba las arcas públicas y engordaba el paro. Pero se encerraron en la jaula de oro que les trenzó el amigo de La Moncloa y vendieron gustosos su silencio cómplice. Al renunciar al compromiso moral de velar por la salud económica como el mejor modo de defender a los obreros, los sindicalistas sólo atendieron al plato de lentejas que humeaba en su mesa. En cuanto al coro mediático que ahora se alza airado y quejumbroso contra Zapatero, tras varios años quemando incienso en el altar del talante progresista, también abjuraron de su función crítica con el poder y traicionaron su contrato ético con los ciudadanos. Al igual que los sindicatos, en vez de emplear su cercanía ideológica y emocional con el líder socialista para sacarle del error, le regalaron los oídos y desviaron al PP las críticas debidas al Gobierno. El presidente no ha sabido elegir bien a su equipo y los pocos que han tenido el coraje de susurrarle al oído, en medio del cortejo triunfal, «recuerda que eres mortal», fueron despedidos. Ahora, los mismos que ayer cantaban sus hazañas hacen cola para asestarle el golpe final. Son los otros culpables del mayor recorte de derechos sociales de la democracia.