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A Antolín Iglesias Páramo por Víctor M PAÍLOS

La Razón
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Sabes, querido amigo, que entre tus versos paciente, silenciosamente levantados a la luz, he encontrado un poco de penumbra para cobijar también mi soledad. Porque mi soledad, como la tuya, es una «busca que no cesa». Alguien, al oír la palabra "busca", me ha preguntado si no se trataba de un error, si no debería ser «búsqueda».

Pero tú y yo sabemos que una cosa es la búsqueda y otra la busca. La primera goza de ancho y vario sentido. La segunda, en cambio, es concreta y está llena de afán. Es arte de cazadores. Los que andamos a la busca y captura no nos damos descanso, merodeamos a diario por «las esquinas de la nada», en expresión de otro poeta amigo.

Los que vivimos entregados a una busca que no cesa somos como el narrador de uno de tus sonetos, que aplica al ser humano universal aquellos infinitivos llenos de pasión: «antes de ser haberse ya perdido/y ser el buscador y el que es buscado». Sólo por estos versos habrás de perdurar en nuestra memoria porque es difícil decir más claro la busca afanosa que sostiene y consume la vida de todos.

Por eso he querido yo decirlos hoy y aun gritarlos, para que recuerden algunos lo que tantos olvidamos. Decía Homero que los mortales vivimos atrapados, durante el día, por el olvido, y, durante la noche, por el sueño. Pues bien, contra el sueño y el olvido has levantado tú versos y poemas.

Y lo has hecho tan seguro como estás de que «bajo una larga noche el ser habita,/que el día es una noche iluminada». Bienvenida sea la vigilia de tu poesía, que nos mantiene despiertos en medio de la noche.