Londres
Palacio Farnesio de par en par
Tan imponente como severo, el emblemático edificio de granito que se levanta en la Piazza Farnese se podrá visitar hasta finales de abril. Sus más de 150 joyas, entre pinturas, dibujos, esculturas y monedas, se muestran al visitante.
En el corazón del centro histórico de Roma, entre el colorido Campo dei Fiori y vía Giulia, se alza el Palacio Farnesio, máxima expresión de una de las familias más poderosas del Renacimiento y desde hace 135 años sede de la embajada de Francia en Italia. El edificio, cerrado para el visitante pedestre por su condición de legación diplomática, abre sus puertas de forma extraordinaria hasta el próximo 27 de abril con motivo de la exposición «Palacio Farnesio. De las colecciones renacentistas a la Embajada de Francia». La muestra permite recorrer las salas, pasillos y patios de esta espléndida construcción planeada por Miguel Ángel y por Antonio da Sangallo y extasiarse ante las 150 pinturas, dibujos, esculturas, monedas, tapices, frescos y cerámicas expuestas.
El «dado Farnesio», como se conoce al palacio por su forma de cubo, recupera todo el acervo artístico de la familia, desparramado por colecciones y galerías europeas durante siglos. La mayor contribución para la exposición la ha dado el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, uno de los mejores del mundo en su campo, que envía gran parte de las joyas escultóricas de la poderosa familia. Sólo se han quedado en la ciudad partenopea por la imposibilidad de trasladarlos el imponente Toro Farnese, el Hércules Farnesio y el Hércules Latino. Están igualmente presentes en la casa de sus antiguos dueños gracias a un sistema virtual que permite admirar sus siluetas.
Entre los tesoros pictóricos que pueden verse en la exposición destaca el retrato que Tiziano hizo de Alejandro Farnesio cuando ya ocupaba el solio pontificio con el nombre de Pablo III. Otras obras destacadas son «Cristo y la Cananea», de Aníbal Carracci, así como cuadros de Sebastiano del Piombo y de El Greco, otros de los muchos artistas que disfrutaron de la protección y mecenazgo del patriarca de la familia y de sus descendientes, los cardenales Ranuccio, Alejandro y Eduardo, quienes completaron la construcción del palacio y de las obras de arte que lo embellecieron.
Mueble para monedas
Llamará la atención del visitante, que debe reservar con antelación su recorrido por la casa de los Farnesio, el «studiolo» de Ecouen, un extraño mueble del «Cinquecento» construido por los más hábiles carpinteros de la época para exponer la gran colección de monedas de la familia, una de las rarezas por las que merece la pena acercarse hasta esta imponente construcción. También resulta interesante la visita al estudio del embajador de Francia, que todavía hoy sigue en uso, por lo que solamente se permite la entrada en esta dependencia durante el fin de semana.
La historia ha querido que los Farnesio y su hermoso palacio acaben ligados a la historia de Francia, que aparece en la historia del palacio en alquileres a los Borbones, hasta que en 1911 ese Estado compra el inmueble y lo vende a Italia en 1936, aunque con una cláusula por la que se pone el Farnesio a disposición de Francia durante 99 años y, a cambio, Francia cede por el mismo período el hotel de La Rochefoucauld- Doudeauville, sede de la embajada de Italia en París.
España, no obstante, no ha sido ajena a la familia. La última descendiente noble de la estirpe, Isabel, se casó con Felipe V a principios del siglo XVIII. De aquel matrimonio nacería Carlos III, quien reinó primero en Nápoles, la ciudad donde acabó la mayor parte de colección de arte de los Farnesio, y luego en España, donde se ganó el título de «mejor alcalde de Madrid».
Alejandro Farnese, el futuro Pablo III, planeó a principios del siglo XVI la construcción de un palacio en el centro de Roma que mostrase el poder y la ambición de su familia. Para ello confió en los mejores arquitectos de la época, como Antonio da Sangallo y Miguel Ángel, a quienes le siguieron Vignola y Giacomo della Porta, responsable de terminar el monumental proyecto tras más de siete décadas de obras. Los nietos del Papa fueron los responsables de la decoración del salón de festejos, del camerino y de la galería, en las cuales se pueden admirar unos frescos sólo superados en belleza por los de la Capilla Sixtina del Vaticano, en los que el impresionante color, sobre todo el azul, dejará boquiabierto a más de un visitante.
Bañeras de las termas de Caracalla
El palacio Farnesio se levanta en una plaza del mismo nombre adornada por fuentes para las que se reutilizaron bañeras de granito que provenían de las termas de Caracalla. La fachada, en ladrillos con aristas en travertino, se articula en tres pisos y las 13 ventanas de cada uno de ellos presentan diferentes decoraciones. La imponente construcción ha sido imitada hasta la saciedad en edificios como el Château Grimaldi, cerca de la localidad de Aix-en-Provence, e incluso le sirvió a Charles Barry como modelo para levantar el Club Reformista en Londres. El Museo Nacional de Washington también está inspirado en este imponente palacio.
Dónde: Palacio Farnesio. Roma.
Cuándo: hasta el 27 de abril.
Cuánto: Palacio Farnesio. Roma.
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