Crisis del PSOE
Con coraje sin ataduras por Alfonso Merlos
Ni uno sólo de los militantes del PP puede imaginar a los mártires Miguel Ángel Blanco o Gregorio Ordóñez sentados en una mesa frente a unos encapuchados. Ésta es la simple razón que debe mover a los españoles a confiar en la política antiterrorista de Rajoy. Ningún compatriota identificado con los héroes de nuestra democracia perdonaría la más mínima estrategia de apaciguamiento y cesión frente a quienes siguen conformando una irreductible banda de verdugos. Por eso cae por su propio peso que el presidente del Gobierno rechace cualquier reserva innecesaria o inmoral condición antes de extirpar una amenaza totalitaria todavía viva.
En un momento crítico, con una ETA menguante y amateurizada, desquiciada y en tierra de nadie, nada más elevado podrán hacer Fernández Díaz y Basagoiti, cada uno en su ámbito competencial, que sellar la reconciliación con las víctimas. Cuanto más se trabaje por cultivar y solidificar ese vínculo, más fuerte será la lucha contra los radicales y más rápido su irreversible achatarramiento. Y el PP se presenta en este sentido con todo a favor: no arrastra el peso de las cadenas de la negociación porque en nada se ha comprometido con los del hacha y la serpiente.
Todavía más. Rajoy puede sentir el verdadero impulso de la liberación después de romper un ya estéril pacto de gobernabilidad con López. Era excesiva la irresponsabilidad de un socialismo vasco en permanente provocación y rebeldía, insumisión y desafío. Era intolerable la actitud sectaria y antipatriótica de quien había puesto las luces de posición ignorando que esos faros, como su nombre indica, no están para iluminar el camino sino para señalar la situación de un vehículo parado. El Gobierno está en marcha, ha encendido las luces largas y no está para detenciones de emergencia. El que no lo entienda tendrá un pequeño problema.
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