Nueva York
La UE se bloquea y atasca el segundo rescate griego
Bruselas ignora la presión de EE UU y aplaza a octubre la ratificación de la ayuda al país heleno, casi en bancarrota
MADRID- La eurozona sigue dividida y aunque Grecia encendió la señal de alarma esta semana al advertir de que si no recibe la ayuda de sus socios europeos quebrará en octubre, la prisa no fue bienvenida en la cumbre del Eurogrupo que ayer se celebró en Polonia. Tampoco surtió efecto la presión de EE UU que «preocupado» por la crisis europea, mandó a la cumbre, por primera vez y de forma insólita, al secretario del Tesoro Estadounidense, Tim Geithner.
Pero los ministros de Finanzas de la zona euro no lograron ayer desbloquear la ayuda urgente de 8.000 millones de euros que los griegos necesitan para no suspender pagos a finales del mes próximo. Es decir, Grecia entra en la recta final y, sin embargo, el grupo de los 17 anunció que retrasa hasta octubre el desbloqueo del segundo rescate heleno, con el condicionante, incluso, de que cumpla a rajatabla lo exigido a cambio. Lo advirtió el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, que recordó a los griegos que, aunque clamen un balón de oxígeno, los expertos de la UE están sobre el terreno para comprobar que Atenas cumple «con los objetivos fiscales y otras condiciones para el rescate».
De este modo, y hasta el momento, sólo Francia, Bélgica, España, Italia y Luxemburgo han iniciado la ratificación de los acuerdos de la cumbre del 21 de julio sobre el plan de auxilio a Grecia. Y lo que preocupa es que algunos países como Austria o Eslovaquia amenazan con retrasar su firma de conformidad más allá de octubre. Así, la crisis de deuda no encuentra salida.
La preocupación, que se extiende al otro lado del Atlántico, se puso ayer de manifiesto. Según Geithner, el desacuerdo desataría «riesgos catastróficos». Añadió: «Es muy lamentable observar que hay un conflicto entre los gobiernos y el Banco Central Europeo. Todos deben trabajar juntos para evitar una catástrofe en los mercados financieros».
Fue la ministra de Finanzas de Austria, Maria Fekter, la que aseguró que Geithner «nos ha instado a movilizar activos para estabilizar el sector financiero, el sector bancario, y además aumentar el dinero del Fondo Europeo de Estabilización Financiera». La respuesta, por boca de Jean-Claude Juncker: «No estamos discutiendo la ampliación del fondo con países que no son de la eurozona». Al tiempo, descartó nuevos paquetes de estímulo económico, porque, a su juicio, los problemas presupuestarios hacen que sea imposible. Según el presidente del Eurogrupo, «los gobiernos no ven más margen de maniobra en el área del euro». En definitiva, Geithner fue desoído y su propuesta no tuvo eco entre los europeos, con lo que será el mismo presidente estadounidense, Barack Obama, el que aborde la situación con los líderes del viejo continente en la Asamblea General de Naciones Unidas que tendrá lugar en Nueva York la semana próxima, según señaló la Casa Blanca.
Las condiciones de Finlandia
Europa, mientras tanto, prefiere cerciorarse de que Grecia cumplirá con sus compromisos antes de recibir más dinero de sus vecinos. En este contexto, Finlandia volvió a ser tajante. Aunque Juncker sostuvo «que se han realizado progresos» sobre el aval que los finlandeses piden para participar en el segundo rescate, ya a la entrada de la reunión, la misma ministra de Finanzas de Finlandia señaló: «No creo que podamos encontrar una solución hoy». Así, en la cuerda floja, el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, se reunirá la semana próxima con Geithner, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y la directora del FMI, Christine Lagarde.
En cualquier caso, el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, hizo ayer un llamamiento a los socios europeos para que ratifiquen los acuerdos de la cumbre de julio, los que abrirían la puerta a la formalización de los nuevos poderes para el fondo de 440.000 millones, que permitirán comprar bonos o recapitalizar bancos. Por su parte, la ministra de Economía, Elena Salgado, aprovechó la ocasión para asegurar que «ninguna mirada se dirige a España».
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