Barajas

Para plantar cara a Madrid

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BARCELONA- «Debemos seguir apoyando a Spanair porque quiere hacer de El Prat un "hub"internacional». Así justificaba el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, apenas unos días antes de Navidad haber inyectado 25 millones a Spanair a través de Fira de Barcelona que debía poner la Generalitat. En realidad, daba igual de dónde saliera el dinero público. Ambas administraciones han sido las valedoras de la aventura catalana de Spanair. Desde que un grupo de empresarios encabezado por el hotelero y ex presidente del Barça Joan Gaspart se empecinara en comprar la compañía, y así se hizo el 30 de enero de 2009, Generalitat y Ayuntamiento han desembolsado 150 millones. Y todo por plantar cara a Barajas.

Los consellers del Gobierno de Artur Mas defendían seguir inyectado dinero público a una aerolínea que representaba un proyecto identitario. No estaban al mando de la Generalitat cuando la compañía pasó a manos catalanas, pero habían apoyado el proyecto y, si bien podía ser una carga –sobre todo teniendo en cuenta que los recortes se han aplicado desde el día uno del Gobierno de Mas– explicaron que encontrarían al socio inversor necesario. Pero Qatar Airways ha dicho «no», porque la Unión Europea está investigando las inyecciones de fondos públicos por posible violación de la normativa contra la competencia.

Es el fin de una aventura complicada desde su nacimiento. El 31 de enero de 2009, la Cámara de Comercio de Barcelona reunía a políticos del Ayuntamiento, Generalitat y a empresarios para celebrar la compra del 80 por ciento de Spanair al grupo sueco SAS por el precio simbólico de un euro, pero heredando una deuda de 500 millones.

Era la guinda a meses de conversaciones. El fondo de inversión Catalana d'Iniciatives, participado en un 27% por la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona y el resto por inversores privados, llevaba tiempo intentando convencer a empresarios catalanes y del resto de España para que se enrolaran en el proyecto. Gaspart, presidente de Turismo de Barcelona, fue uno de los catalizadores de un plan al que hombres como Abel Matutes, pese a que la compañía había nacido en Mallorca en 1986, dijeron no.

Crearon la sociedad Iniciatives Empresarials Aeronàutiques, se incorporó Fira de Barcelona –también participada por Ayuntamiento y Generalitat–, y el grupo inversor Volcat 2009 –ligado a la asociación de empresarios catalanistas FemCat–, además de Turismo de Barcelona. El primer consejo de administración, con Ferran Soriano como presidente, reflejaba la heterogeniendad de un accionariado con empresarios como Rafael Suñol o Jordi Clos. Pero sobre todo han sido los políticos los que han usado Spanair como bandera.