Asturias

Su «fair play» un valor potencial en alza por Carmen Enríquez

La Razón
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Madrid- No me resulta extraño que la pareja que forman los Príncipes de Asturias dé la imagen de un tándem perfecto cuyos mecanismos funcionan correcta y armoniosamente. El tiempo, que coloca todo en su sitio, ha venido a dar la razón a los que dimos un margen de confianza al heredero de la Corona para demostrar que su elección había sido acertada al casarse con Letizia Ortiz, una persona con un alto sentido del deber y un afán perfeccionista, a veces un poco obsesivo, por hacer bien las cosas.

Los Príncipes son, hoy en día, un indudable activo que se puede y debe utilizar como imagen en positivo de España. Y está muy bien que lo reconozcan no ya sólo los medios de comunicación más banales, para los que Doña Letizia es un icono de moda y belleza, sino también los responsables de los medios internacionales más serios, que se quedan impactados al ver la desenvoltura y el «fair play» del heredero de la Corona española y su esposa. En las recepciones que siguen a los actos oficiales, momento del contacto cara a cara con los asistentes, Don Felipe y Doña Letizia saben que deben aprovechar la ocasión para mostrarse cercanos a las personas, dejar claro su interés por los asuntos que preocupan a la gente de la calle, saber ganarse su confianza y transmitir el apoyo de la pareja a causas justas y loables.

Saben repartirse los papeles con inteligencia y generosidad y poseen complicidad para desarrollar su tarea, visible en cada uno de los gestos que intercambian en público. Las miradas entre ellos, antes quizá demasiado almibaradas, han evolucionado hacia unos gestos de mutuo entendimiento que se hacen perceptibles en los actos que comparten. Son seductores, jóvenes, atractivos, con facilidad para expresarse en distintos idiomas y que saben ganarse a la gente por la vía de la naturalidad que aplican al desempeñar cualquiera de sus actividades.

La gente que los va conociendo capta esos detalles. Y algunos quedan tan bien impresionados que afirman, sin complejos, que sería un desperdicio no utilizarlos como un potencial de España en un momento en el que tan escasos andamos de hechos positivos.