Centro de Arte Reina Sofía

Alquimista del teclado

La Razón
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Ciclo de grandes intérpretes
Obras de Stroppa, Liszt, Messiaen, Bartok y Ravel. Solista: Pierre-Laurent Aimard. 26-X-2010. Auditorio Nacional.

Alumno de Yvonne Loriod, discípulo espiritual de Boulez, Pierre-Laurent Aimard (Lyon, 1957) es un caso singular de carrera internacional elaborada sin prisa partiendo de los atriles de un conjunto hasta llegar a su actual posición de privilegio musical y por ende discográfico –firmó recientemente contrato con Detsche Grammophon–, todo ello unido a una desusada inteligencia estética. Su programa, segunda de sus visitas al ciclo de grandes pianistas de la Fundación Scherzo, era reflejo de esa sapiencia: «De pájaros y paisajes» lo titulaba José Luis García del Busto en no menos sabias y atinadas notas de programa.

Con Liszt como «bajo continuo», Aimard visitó la Villa d'Este en Tivoli («Cipreses» y «Juegos de agua» trazados por Liszt en el segundo cuaderno de «Los años de peregrinaje»), habló de pájaros («San Francisco de Asís predicando a los pájaros» de Liszt, «Le traquet stepazin» de Messiaen y los «Pájaros tristes» de Ravel), entonó duelo con Bartók («Nénie») y pasó revista a tres de los «Miroirs» de Ravel, cerrando sesión con la «Alborada del gracioso» del maestro vasco-francés. Aimard es un cincelador, un orfebre del sonido, un alquimista del teclado, que extrae, puntualiza y disecciona las sonoridades del piano con arte de bruñidor. Su magia en las redomas del son no está exenta de poesía, que cristalizó en «Valle de Obermann», de Liszt, pero la cima de su arte se hizo patente en otro valle, el «De las campanas», de Ravel, con una gradación de intensidades y progresiones que fueron casi entelequia sonora. Su actuación fue un «tractatus» de sortilegio sónico.