Arquitectura
El Ágora del siglo XXI
La arquitectura futura reivindica la recuperación de las plazas como escenarios de la vida pública. La energía eólica, las fuerzas magnéticas o colectores de lluvia, entre otras soluciones medioambientales, tienen un papel fundamental como parte del nuevo mobiliario urbano.
Sobre la Grecia de Pericles se asientan muchas de las bases de la democracia y la civilización modernas. Y uno de los espacios físicos determinantes en el sistema de organización social del mundo clásico fue el ágora o lo que hoy llamaríamos la plaza pública.
Fue necesario un imperio potente para que aquella forma de entender la sociedad no se diluyera entre ciudades estado, sin embargo, la supervivencia a lo largo de los siglos del Foro romano hace dudar sobre las verdaderas aportaciones de nuestra cultura. Al menos en este caso concreto de espacio urbano de participación parece que hayamos perdido el camino.
Uno de los debates más interesantes que se está produciendo entre arquitectos y urbanistas actualmente se basa en la «recuperación de la plaza» como espacio interactivo de participación ciudadana. En las pesquisas por averiguar cuál es el mejor modelo de ciudad futura, cómo se podrá compaginar el aumento de población en las megalópolis, los problemas del tráfico y el desenfrenado ritmo de vida, las plazas ocupan una parte importante de los discursos formales. La sostenibilidad se convierte casi en un término innecesario puesto que va implícito.
Con este ambicioso objetivo de anticiparse al futuro se convocaron los premios Smart Future Minds. En modalidades como ciencia, diseño, tecnología, movilidad o arquitectura buscaba los proyectos que mejor solucionaran los problemas que vendrán. Los tres premiados hacen suyo el reciclaje y la participación, aunque lo curioso es que muchas ideas coinciden en la nueva o vieja definición del ágora. Santiago Cirugeda, comisario de arquitectura y urbanismo, explica que «la ciudad expansiva es un modelo fracasado, aunque la solución tampoco está en los modelos asiáticos de rascacielos. Hay que buscar que urbes sean compactas y que en ellas vuelvan a participar de forma activa los ciudadanos».
La idea ganadora, «Lighting Device», del estudio Gilbartolome ADW, propone una red de captación de energía limpia y aparatos para la dinamización de las plazas. Una estructura de cables de acero sobrevuela el espacio mientras que sostiene mesas-artefactos con distintas partes para que quien pase pueda utilizarlos para performance, teatro o jam session o simplemente tomarse un café y contemplar los juegos de luces. A través de un sistema de transformación del viento en energía se alimentarían los altavoces, pantallas de protección, instrumentos musicales, etc. que quieran conectarse.
Para dotar de energía los autores proponen paneles oscilantes «Windbelt». Son lamas que oscilan en respuesta al viento y que están enganchados a tubos fluorescentes de 25 W. La intensidad del viento haría variar la cantidad de la luz y dotaría la plaza de diversos tonos en función de la posición de cada fluorescente dentro de este techo artificial. Sobre el precio de la obra y mantenimiento si algún día se llegara a instalar, Jaime Bartolomé explica: «Los costes irían en función del tamaño del dispositivo, aunque este último se adaptaría a la cantidad de energía producida».
Los otros dos galardonados, Cementera de Santos de Maimona (del CoLeCtIvO cOnCePtUaRtE) y Estonoesunsolar (Patrizia di Monte e Ignacio Grávalos), proponen la rehabilitación de espacios abandonados para devolverlos a la vida pública. Una idea, la del reciclaje urbano que no es nueva pero que cada vez más se aleja de los tópicos sociales gracias a la participación de la Administración Pública. En el segundo caso, la obra se ha gestionado con ayuda de la Sociedad Municipal de Vivienda de Zaragoza y ha servido para contratar a 41 personas inscritas en el INEM para labores de limpieza y mantenimiento.
Ciencia y realidad
Sostenibilidad, cambios conceptuales e, incluso, ciencia aplicada a la plaza del siglo XXI. La muestra de que las cosas están cambiando la encontramos en desarrollos actuales que indican lo cerca que está este problema filosófico de la realidad pragmática. En Córdoba, 2010 ha finalizado con un nuevo icono. Con vistas a las vías del AVE, el Centro Abierto de Actividades Ciudadanas del Estudio de Arquitectura Paredes Pino rompe el perfil de la ciudad con un bosque de parasoles de colores.
Con alturas que van desde los cuatro a los siete metros y diámetros desde los siete a los quince, dan sombra al mercadillo semanal. Aunque el concepto va más allá, las piezas de acero recogen el agua pluvial gracias a su canalización central, mientras que el suelo ha sido tratado como «un enorme tablero de juegos que invita a ampliar la oferta de actividades» según el estudio.
Habrá que ver qué cambios traen los planes de desarrollo urbano y si las prisas de la vida moderna nos han inhabilitado o no para reaccionar ante ideas que se completan sólo con participación ciudadana.
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