Irán

El optimismo de Obama

La Razón
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Comentando la ejecución del veterano dictador de Libia entre los íntimos, Barack Obama afirmaba que «la muerte de Gadafi demuestra que nuestro papel a la hora de proteger a la población libia fue lo que había que hacer». A tenor de su decisión de replegar los efectivos estadounidenses de Irak en dos meses, Obama afirmaba que «en Irak hemos triunfado ». Llegaba a conclusiones triunfalistas partiendo de estos dos sucesos: «Hemos renovado el liderazgo estadounidense en el mundo». Mientras las rechazadas políticas nacionales de Obama van hundiendo su popularidad (las concernientes a sanidad pública y empleo sobre todo), él se adjudica todos los méritos de la política exterior. Los publicistas del Partido Demócrata predican a los cuatro vientos sus logros internacionales. Pero Oriente Próximo enseña a ser cautos; mucho se va a torcer en Libia e Irak, probablemente. Obama, predigo, lamentará sus apresurados alardes. En Libia, no está claro quién saldrá vencedor en el seno del Consejo Nacional de Transición, que trata de gobernar el país. Dos figuras representan las probables alternativas. Mahmoud Jibril y Abdel-Hakim Belhaj. Uno quiere integrar a Libia en el orden encabezado por Occidente, el otro tiene sueños de un califato revivido y es el cacique militar más poderoso de Libia. Si el país se convierte en islamista, Obama echará mucho de menos a Gadafi. Respecto a la situación en Irak, a pesar de las advertencias norteamericanas, Teherán ya interfiere en la política iraquí, patrocina milicias, financia el terrorismo, y ha enviado a sus propios efectivos militares al país, y se prepara para hacer más. Cuando los futuros analistas examinen lo que salió mal, bien pueden poner el acento en las despistadas intervenciones públicas de Obama.
Igual que Belhaj se impondrá probablemente sobre Jibril, también Irán se impondrá en Irak. Si es así, Obama y los demócratas lamentarán el miope exceso de confianza actual.