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El entrevistador

La Razón
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En este periódico trabajan muy buenos entrevistadores. Esther Palomera, Carmen Morodo, Aurora G. Mateache, Inmaculada G. de Molina… Las entrevistas culturales de Miguel Ayanz son formidables, como las del veterano y maestro de la especialidad Jesús Amilibia, que se han convertido en una tradición de LA RAZÓN. Un gran entrevistador fue Pedro Rodríguez, y como interrogador sintético, nadie ha superado a Manuel Del Arco en sus entrevistas de «La Vanguardia». En ABC le replicaba Julián Cortés Cavanillas. Algún día me explicará Carmen Gurruchaga, estupenda entrevistadora, el motivo de su melancolía con esta difícil esquina del periodismo. No me olvido de muchos. Sucede que la relación de sus nombres cubriría cuatro espacios como el que dispongo. Mi incapacidad para la entrevista es agobiante. Sólo he escrito una, y no me salió mal porque me inventé las respuestas. Me encomendaron en ABC que entrevistara a Antonio Mingote y el genio me permitió que escribiera lo que me diera la gana.

Compartía mesa el pasado martes con el Director de LA RAZÓN, Francisco Marhuenda. Cuando nos reunimos, el periódico es el protagonista de nuestra charla, si bien Paco es un conversador fluido, culto y siempre documentado. Hablábamos de proyectos y renovaciones del periódico, y se me ocurrió proponerle el fichaje de un nuevo colaborador, cuyo trabajo habría de ser el de entrevistador con vocación de malvado. Lo que se llama un entrevistador divertido. Un mosquito zumbador y picador, molesto para el entrevistado y que no se cree ni sus propias preguntas. No creerse las respuestas es fácil, pero la propia incredulidad en el planteamiento de las cuestiones es muy complicada. Cuando le revelé a Francisco Marhuenda la identidad del entrevistador, me sorprendió su falta de sorpresa. Lo tenía previsto para una gestión cercana, que no inmediata, por respeto a su actual trabajo.

El entrevistador pica–pica, que igual horada las orejas que los dídimos de los entrevistados– siempre que sean varones, claro, por los dídimos, que no por las orejas–, tiene una ocupación en la actualidad y no es el momento de proponerle nada. En unos pocos días, la situación cambiará, y queremos ser los primeros en ofrecerle una salida a su probable indisposición laboral. Por ser como es cuenta con un razonable número de compañeros en su empresa que desean ardientemente perderlo de vista. Pero todo depende de un resultado, y no sería elegante por nuestra parte dar el resultado por acaecido cuando falta una semana para que éste se produzca.

Atesora las más cotizadas virtudes del entrevistador. Sólo sabe preguntar, y por lo normal, interrumpiendo las respuestas de sus entrevistados, lo que puede llevar al enfado del que responde y conseguir un buen titular. Su último entrevistado no cayó en la trampa y sonreía pacífico y pachón cuando el entrevistador le interrumpía. Por otra parte, es un tipo simpático, culto y amable en la distancia corta y cuando no desarrolla su trabajo. Hay personas que cambian en demasía cuando están en el tajo a cuando se hallan bajo la higuera.
Es probable que su contratación cause extrañeza, en un principio, a los lectores de nuestro periódico. Pero ya no aguanto más y voy a revelarles la identidad de nuestro próximo colaborador. A partir del 21 de noviembre, podrán disfrutar con las entrevistas de Alfredo Pérez Rubalcaba.