Asia

El Cairo

Ahmadineyad considera las filtraciones una «conspiración» de Estados Unidos

Después de que Wikileaks haya desvelado que algunos países del Golfo Pérsico habrían solicitado reiteradamente la ayuda de Estados Unidos para detener las aspiraciones nucleares de Irán e, incluso, habrían pedido que atacara a este país, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha tratado de quitar importancia a las informaciones filtradas, que ponen a su Gobierno y su polémico programa nuclear en una situación delicada.

Ahmadineyad ofreció una rueda de prensa para acusar a Occidente de los atentados
Ahmadineyad ofreció una rueda de prensa para acusar a Occidente de los atentadoslarazon

Ahmadineyad ha vuelto a echar mano de la teoría conspiratoria norteamericana, asegurando que las filtraciones no son sino un montaje de Estados Unidos, que buscaría tensar las relaciones entre Irán y sus vecinos árabes, las cuales nunca han sido fáciles, para aislarlo en la región. Asimismo, Ahmadineyad se ha apresurado a asegurar que Irán y los países de la región son «amigos» y que este episodio no afectará a las relaciones entre ellos «porque Irán es demasiado inteligente como para entrar en este juego».

Wikileaks destapó las comunicaciones de las embajadas estadounidenses en algunos países del Golfo, que se muestran preocupados por el programa nuclear que Irán desarrolla, supuestamente con fines pacíficos, aunque muchos le acusan de querer hacerse con la bomba atómica.

Las monarquías árabes habrían alertado a Washington de la peligrosidad de un Irán nuclear y de la necesidad de actuar para evitarlo, antes de que el país se haga con armas de destrucción masiva, que podrían terminar en manos de terroristas, tal y como aparece en los cables de la Embajada de Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos. Por su parte, Bahréin, habría pedido detener el programa atómico iraní «por cualquier medio», porque «el peligro de permitirlo es mayor que el de pararlo».

Mientras, el principal aliado de Estados Unidos en la zona, Arabia Saudí, habría instado reiteradamente a Washington a «cortar la cabeza de la serpiente».

Las filtraciones ponen en evidencia la incomodidad de los países del Golfo hacia un Irán con aspiraciones nucleares y geoestratégicas en la zona, donde busca expandir su influencia, sobre todo a través de los lazos religiosos con aquellos países de mayoría o con presencia chií, que es la rama minoritaria del islam.

Arabia Saudí es el guardián de la ortodoxia suní, principal tendencia del islam, y potencia energética indiscutible. Todos los países árabes, tanto en el Golfo como en Oriente Medio, temen que Irán –que no es árabe– se haga con armas atómicas, desestabilizando así una región donde sólo Israel cuenta con ellas.

El verdadero enemigo

Israel ha dicho que las filtraciones respaldan su postura respecto a Irán, después de que su Gobierno haya defendido en muchas ocasiones y abiertamente la necesidad de atacar las instalaciones nucleares iraníes y haya pedido el respaldo de Estados Unidos para ello. Por eso se muestra ahora satisfecho, ya que, por primera vez, los países árabes parecen asumir que la principal amenaza para ellos en la región no es el Estado judío. Por su parte, los países del Golfo implicados se han mantenido en silencio un día después de que Wikileaks diera a conocer los cables secretos que apuntan directamente a sus casas reales, que en público defienden una solución dialogada con el siempre incómodo vecino iraní.