Balón de Oro
En cuclillas por Alfonso Ussía
Últimamente veo los partidos del Real Madrid en cuclillas, abiertamente humillado. Ha dicho Mouriño que no tiene equipo. Siento una gran simpatía por el entrenador portugués, pero hay que recordarle que el equipo lo ha formado y aprobado él. Cuando un club de la grandeza del Real Madrid sólo puede echar mano, como revulsivo en un partido complicado de Callejón, el porvenir se presenta incierto. El sábado, la pareja argentina se mantuvo en el campo gracias a la generosidad del árbitro. Cuando todo parecía de perlas con la marcha de Higuaín a otro club, el sentimentalismo forofo, sancionado por Mouriño, le convenció para que no se fuera. Con el dinero de Higuaín, el Real Madrid hubiese tenido los fondos suficientes para contratar a Fernando Llorente, delantero centro a la antigua, formidable de cabeza, buen jugador con los pies, navarro y riojano y más español que la pintura de Romero de Torres. Manifiesta Mouriño que sólo tres futbolistas del Real Madrid están en lo que tienen que estar, con el fútbol como primera opción vital. Hay que terminar con este cáncer. Entiendo a los madridistas que se consuelan con los muchos partidos que restan por disputarse y el largo camino de la competición. La realidad es más cruel. El Real Madrid, en cuatro partidos, se ha colocado a ocho puntos del primero en la clasificación, que para mayor dolor es el Fútbol Club Barcelona. Demasiada publicidad, excesivo protagonismo social, eventos remunerados, y el fútbol, una diversión secundaria, cuando es el fútbol el que procura todos los ingresos millonarios anteriores. No se ha planificado bien la plantilla, y no se ha sabido sacar rendimiento económico de jugadores que no pueden seguir en el Real Madrid. Nuestra cantera –a mi querido Antonio Mingote lo de la «cantera» le hacía mucha gracia–, sólo produce futbolistas de calidad sospechosa. Negredos, graneros, soldados, callejones y demás tostones. El Real Madrid tuvo a Villa y Raúl se cargó el fichaje. Tuvo a Alves, y por un millón de euros se fastidió el trueque. Para competir con Alves el Real Madrid cuenta con el entusiasmo de Arbeloa, un futbolista honrado y serio a carta cabal, pero no propietario de excesivas excelencias. Casillas, nuestra institución, anda algo más despistado que de costumbre. Es lógico. No se puede jugar tranquilo en un estadio abarrotado de tíos que sólo piensan en cómo levantarle a Sara Carbonero. No obstante, Casillas siempre se recupera y termina siendo fundamental para que el Real Madrid triunfe. Que sí, lo sé. Que ganó el Real Madrid al «Barça» en la supercopa o como se llame. Un torneíllo. Asombra la facilidad del Barcelona para llegar al área, y el trabajo que le cuesta al Real Madrid hacer lo mismo. Cristiano está triste, y me temo que no es melancolía de fácil curación si no hay renovación de alguna de las cláusulas de su contrato. Benzemá, maravilloso el pasado año, se nos ha dejado llevar por su inicial timidez. Khedira no juega en su sitio. Özil no está contento. Sergio Ramos, abusa de las lagunas mentales. Pepe, gran jugador, es un peligro como consecuencia de su temperatura sanguínea. Modric, muy bien, pero no establece diferencias. Xabi Alonso lleva más partidos en las piernas de los convenientes. Y no hay equipo. Podría haberlo, pero Mouriño ha aprobado lo que tiene.
Eso sí, siempre nos quedará Callejón, el de la cresta.
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