Los Ángeles
Garci: «Siempre hay algo detrás de un movimiento como el 15-M»
El director, que dirigió la película «Las verdes praderas», que LA RAZÓN regala el próximo viernes y que es una dura crítica a la sociedad, reflexiona sobre cine y actualidad.
En «Las verdes praderas», José Luis Garci hizo, dicen, una crítica feroz al consumismo de la aburguesada clase media de la Transición, cuando el chalé en la sierra se convirtió en la materialización de un sueño. No sé si en Hollywood ya se decía aquello de «ten cuidado con lo que deseas, porque lo puedes conseguir», pero el caso es que, hartos de barbacoas con suegras y cuñadas, la pareja de Garci acababa quemando su chalé.
El director me cuenta que Berlanga, al que le gustó mucho esta película, le proponía un final diferente: después de quemar el chalé, Alfredo Landa veía el anuncio maravilloso de otra atractiva urbanización en la sierra y llamaba para volver a hipotecarse. Una vuelta de tuerca berlanguiana.
–Yo sólo quería hacer una comedia con mucho humor y, de paso, decir todo aquello que le decía Alfredo Landa a su mujer, que sin haberlo sospechado hemos vivido para Ford, Kelvinator, Phillips, la Visa y el Corte Inglés, me comenta José Luis.
–Y al final se dan cuenta de que la felicidad no está en el chalé ni en el coche.
–Sí. Y la verdad es que yo no sé dónde está. Sé que hay momentos buenos, y de ahí no paso. Está el martini seco, el boxeo, el fútbol, una buena película... Ahora me cuesta mucho ir al cine. Veo cine en casa, en la televisión, un promedio de una cinta al día. Y el fútbol me gusta cada vez más. Es la épica de este tiempo.
–En su película quemaban el chalé, pero, ¿ usted qué considera qué habría que quemar hoy?
–Absolutamente nada. Yo no soy partidario de quemar. No soy nada inquisidor.
–Dice Joaquín Sabina que habría que quemar televisores.
–Se empieza quemando televisores y se termina quemando libros.
Para José Luis Garci, cualquier película que hable de consumismo estará de actualidad siempre, porque es el más fuerte de todos los «ismos». Él sólo es consumista de cedés, deuvedés, libros y poco más. «No tengo chalé, ni coche, ni móvil, ni internet, y vivo estupendamente, sin problemas», asegura con tranquilidad.
–¿El movimiento 15-M busca sus verdes praderas?
–No tengo ni idea. Nadie tiene muy claro de qué va eso. Dicen que son apolíticos, que no tienen ideología, pero siempre hay algo detrás de un movimiento así. Para nada me recuerda al Mayo francés. No dicen cosas como «debajo de los adoquines está la playa» o «seamos prácticos: pidamos lo imposible». Aquí no hay un Sartre. A lo mejor surge, pero, de momento, ahora... Más que los indignados, yo creo que son todos los cabreados.
–¿Está indignado o cabreado por algo?
–No. A estas alturas es muy difícil estar indignado. En todo caso, desconcertado. Por ejemplo, me ha desconcertado el Tribunal Constitucional legalizando Bildu. Por otro lado, nos prohíben demasiadas cosas.
–¿Diría que su estado actual es el desencanto, cierto escepticismo?
–Mi estado actual es vivo. Vivo y escéptico. Europa no es lo que esperábamos, es un parque temático, un balneario. Si fuera joven me iría a Nueva York o a Los Ángeles. Pero ya no tengo edad.
Una película de verdad
Le digo que nada es lo que esperábamos, y me dice que es así, que ni tan siquiera el futuro ha sido lo que esperábamos. Y nos reímos. No tiene inquietudes ideológicas. Está contento porque su Sporting se ha salvado del descenso. Prefiere ver un buen partido que una película regular. También ve boxeo en la tele. Trabaja en la radio.
–Un día dijo: «Creo que nunca he hecho una buena película».
–He hecho 17 y me hubiera gustado hacer una buena, buena de verdad. No he sabido o no he podido.
–Queda tiempo.
–Ahora es muy difícil. A lo mejor valoro mal lo que he hecho, porque algunos dicen que les gusta mucho «El crack» o «Tío Vivo» o... Pero a mí me hubiera gustado hacer una película como «Plácido», de Berlanga. O un buen western.
–¿Y cómo lleva lo de envejecer? Woody Allen dice que es muy penoso.
–Tiene razón. Yo lo llevo como puedo. La edad no trae nada bueno. Se pierden las ilusiones y percibes que cada vez te queda menos tiempo... Eso de que se gana serenidad y conocimiento solamente son palabras de consuelo. Creo que nos vamos haciendo hasta más bajitos.
Pese a todo, no ha dimitido del martini seco, «y no pienso dimitir mientras el cuerpo aguante; recuerde a la reina madre inglesa, que con 102 años seguía bebiendo su gin-tonic; el martini seco es agua de vida, uno de los grandes inventos del siglo, con la minifalda, la televisión y el deuvedé». Eso sí: fuma menos y ya no corre. Sus verdes praderas están en el Retiro, donde pasea saludando a las ardillas.
Chalé de lujo y coche caro
El cineasta rodó «Las verdes praderas» en el año 1979 con Alfredo Landa, Carlos Larrañaga, Irene Gutiérrez Caba y María Casanova. En esta cinta, el director realiza una crítica a una España que provenía de la Transición, y que se abría rápidamente paso hacia una sociedad nueva. A través de su protagonista, un ejecutivo de éxito que ha alcanzado el sueño de un chalé en la sierra y un coche de lujo, y que se ve envuelto en una serie de peripecias durante un accidentado fin de semana, el cineasta se replantea las ambiciones actuales de las personas.
El detalle. Un hombre polifacético
Todo el mundo le recuerda en Hollywood con el Oscar en la mano y una chaqueta blanca. La imagen hoy forma parte del retrato de toda una época. Pero José Luis Garci no sólo es uno de los realizadores españoles más conocidos. También innovó en la televisión con un programa dedicado al cine que estimulaba el debate y recuperaba filmes que nadie emitía. Incluso ha escrito relatos de ficción y ensayos de cine. Su filmografía está plagada de títulos de sobra conocidos para el público. Y aunque ahora guarda silencio, que es una forma de prudencia, durante una época coqueteó con la posibilidad de rodar la tercera parte de «El crack».
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