Burdeos

La mano derecha de «Thierry» intentó montar una ETA paralela tras la traición a «Txeroki»

Ainhoa Ozaeta, que anunció la tregua de 2006, fue expulsada por gastar a su antojo el dinero de la banda. El colaborador de «Thierry» intentó dirigir la banda desde la cárcel

Al igual que «Thierry», Igor Suberbiola mantuvo una actitud histérica tras ser detenido.
Al igual que «Thierry», Igor Suberbiola mantuvo una actitud histérica tras ser detenido.larazon

MADRID-La crisis interna de ETA, la más grave de las sufridas por la organización criminal en su siniestra historia, tuvo su culminación en una cárcel francesa, cuando Igor Suberbiola, estrecho colaborador de Francisco Javier López Peña, «Thierry», intentó montar una «dirección» paralela.En las prisiones existe un órgano llamado «zubahitu», integrado por reclusos fieles al «zuba» (comité ejecutivo), que es consultado en determinadas ocasiones. Lo que pretendía Suberbiola era crear un «zuba» paralelo para emitir comunicados, ordenar atentados y, por supuesto, expulsar a sus contrincantes dentro de la banda.El intento se saldó con su expulsión. Y lo mismo ocurrió con Ainhoa Ozaeta, que leyó el comunicado en el que se anunciaba el alto el fuego en 2006, por ser unas de las que contribuyeron a montar la crisis.«Thierry», Suberbiola y Ozaeta fueron detenidos en mayo de 2008 en Burdeos, Francia, cuando se encontraban reunidos en un piso. Habían decidido expulsar por su cuenta, sin respetar las normas internas de ETA, a Garikoitz Azpiazu, «Txeroki», y a Mikel Karrera Sarobe, «Ata». Gobernaban la banda a su antojo, gastaban el dinero en lo que estimaban oportuno... hasta que la Guardia Civil encontró una pista para dar con ellos y fueron arrestados.Suberbiola, que, con toda seguridad, seguía las órdenes de «Thierry», se mostró muy activo en la cárcel. ETA fue informada y la decisión fue expulsarle. La Comisión de Conflictos elaboró, en agosto del año pasado, una larga lista de cargos, plasmada en un documento al que ha tenido acceso LA RAZÓN. Todas las resoluciones de esta comisión fueron ratificadas por la «dirección» de la organización terrorista.Se le acusaba de informar de asuntos internos a personas ajenas a la banda y no obedecer las órdenes que se dieron «para que la crisis pudiera ser superada». Asimismo, se le imputaba actuar en contra de la «dirección» con abuso de autoridad, al usar en su beneficio el poder que tenía por ser miembro del «comité ejecutivo».Lo más grave para ETA fue que, en prisión, intentó seguir con sus responsabilidades, hasta el punto de promover la publicación de un comunicado. «A algunos militantes que dependían de él, les indicó que, si era detenido, no obedecieran las órdenes del que le siguiera como responsable, sino que se atuvieran a las que él mismo les haría llegar desde la prisión», dice el documento, en el que se subraya que este individuo repartió informes no autorizados y, con su actitud, no contribuyó a que la «Organización pudiera superar la crisis». Cuando supo que iba a ser expulsado, intentó que diez militantes hicieran presión sobre la «dirección».Por lo que respecta a Ainhoa Ozaeta, no sólo se la expulsó de ETA, sino también de la llamada «Izquierda Abertzale». Los «cargos» eran parecidos: impulsar la división en el seno de la banda, actuar sin poner el necesario interés e informar a personas ajenas de asuntos internos. Pero lo que se consideraba más grave era la utilización a su antojo del dinero de ETA. «Cuando algunos militantes estuvieron en peligro precisamente por falta de medios económicos, no contribuyó a esclarecer lo que había ocurrido», subraya el documento.