Sevilla

Oreja de Manzanares en el reencuentro

Sevilla. Decimotercera de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de la ganadería de Jandilla, el 3º como sobrero, desiguales de presentación, y deslucidos. Los manejables, segundo y quinto. Lleno. Sebastian Castella, de caña y oro, pinchazo, estocada (saludos); estocada trasera (saludos). José María Manzanares, de lila y oro, media, estocada caída (saludos); estocada, aviso (oreja). Alejandro Talavante, de nazareno y oro, tres pinchazos, estocada (silencio); estocada (saludos).

Escan_AG_toros_sevilla_102
Escan_AG_toros_sevilla_102larazon

José María Manzanares era la estrella de la tarde. Cómo para no serlo, con la Puerta del Príncipe que nos había dejado en su compromiso anterior. Históricos recuerdos ya con las embestidas de «Arrojado» y un sexto de bandera. Dichosos los ojos que lo vimos. Envidia de tantos, así es el toreo cuando cruje desde los cimientos. Pero no nos íbamos a quedar ahí en un mundo de locos. Un homenaje al toreo hizo la cuadrilla de Manzanares. Trujillo estuvo inmenso con las banderillas, sobre todo en el segundo par, también el tercero Luis Blázquez. Pero avanzamos más, una delicia más y tan importante... Cómo bregó Curro Javier a ese toro. Hubo un lance monumental, rompió al Jandilla para adelante. Y se desmonteraron todos; había sonado la música. Se presentía de nuevo la grandeza, porque el toro se desplazaba y nos llegó la cadencia en el trasteo de Manzanares. La lentitud, menos compacto, no tan ligado, pero fino en el trazo, largo y con algunos muletazos soberbios. Le quedó la faena bonita, mimada, expectante siempre, en la búsqueda, aunque de intensidad desigual. La rúbrica a espadas resultó menos contundente: media y una estocada baja, que desmotivó para la concesión del trofeo. Entró la espada en el quinto, pero tardó en caer. Se ralentizaba el proceso, y mira que costaba contener la emoción del público sevillano, entregado a Manzanares sin fisuras. Le costó un tiempo a Manzanares encontrarle el sitio al toro, que se dejó hacer. Después, intercaló muletazos soberbios con pasajes de menor entidad, pero fue ganando en interés y el eco era una evidencia. Entre una cosa y otra se nos fue el trasteo hasta que culminó con un estoconazo. A Sevilla no le paraba nadie. Y el de Alicante se fue con el trofeo y, hasta ahora, la tarde de la feria. Y de muchas ferias.
 

Sebastián Castella hizo todo en el centro del ruedo al que abrió plaza. Iba y venía el toro pero en sosería bien podía llevarse premio. Lo intentó el francés en faena bien concebida por ambos pitones pero en realidad sólo él puntuaba. Galopó el cuarto a la muleta de Castella, que lo esperaba en el mismo centro del redondel. Tenía a La Maestranza centrada en el asunto y el toro fue como un tren. A un centímetro estuvo de ser arrollado en el pase cambiado por la espalda, pero se salvó. Vino después la desidia. De golpe perdió el Jandilla todo el gas y lo único que hizo fue defenderse cuando Castella intentó meterle en vereda. Hizo el esfuerzo, que conste. Y Sevilla se lo apuntó.
 

Alejandro Talavante vio un sobrero tercero, también Jandilla con poco fondo y descompuesto embestir. La faena no superó el ánimo. Rodaba el sexto sin opciones ante la muleta de Talavante, que encima sacó malas ideas. El extremeño tiró de valor y pundonor a raudales. Seria actuación, muy de verdad. Así habían estado toda la tarde.