Túnez
La verdad nos hace libres
No somos necesariamente libres por votar cada cuatro años. Lo que caracteriza a un régimen de libertad no es el hecho de que las órdenes se den en nombre de todos, sino que sólo haya reglas generales, nunca particulares. La decisión de un parlamento puede ser tan arbitraria como la de un autócrata. Alertó Montesquieu: «Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa». Y olvidamos que en el disfrute de nuestros derechos debemos más al juez imparcial que al ejercicio plebiscitario de la soberanía popular. Pero no es España terreno especialmente abonado para el juez independiente. Ocupamos el puesto 66 en el ránking de independencia judicial del Foro Económico Mundial. Por detrás de países como Túnez, Egipto o Irán. Aunque brotes verdes, aquí sí, se abren camino estos días. En dos asuntos que ponen a prueba nuestro Estado de Derecho: el chivatazo a ETA y los atentados del 11-M. Dos jueces desconocidos, sin flirteo alguno con la política, dos jueces que sólo quieren ser eso, administradores de justicia, han emergido de forma natural para resolver lo que otros compañeros ocultaban bajo la mesa en beneficio del poder. «La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio», sentenció un clásico. Y eso es lo que está en juego: la verdad. Porque la verdad existe. Sólo se inventa la mentira.
¿Quién ordenó avisar a ETA de que un juez iba a desarticular su red de extorsión? ¿Quién ordenó romper la cadena de custodia de los restos de los trenes? ¿Con qué objetivo? Conocer la verdad nos hará más libres.
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