Crítica de libros
La realidad les hizo el vacío
La vergüenza, si es propia, puede ser incluso signo de pulcritud moral. Presupone conciencia autocrítica, disposición a asumir el error y a enmendar el rumbo. En un mundo perfecto, el acartonamiento ideológico de los señores Toxo y Méndez pasaría desapercibido, entraría en el engranaje lógico de las cosas. Pero incluso individuos más optimistas que Cándido advertirían que, tras un naufragio y un terremoto consecutivos, no podemos seguir confiando en la palabra del maestro Pangloss. Quizás sea mucho pedir que quien lleva a gala su fe estricta en una bandera –la roja sindical–, y por ella y de ella vive, quiera echar un vistazo consecuente al patio común en vistas de este Primero de Mayo. Pero para nosotros, escarmentados de brotes verdes, la estación sólo se prevé florida a juzgar por las copiosas lluvias, esas que, con el puente, han dejado a nuestros sindicatos desabrigados. ¿Entenderán, al fin, llegado el momento de callar? Mientras, pese sobre ellos nuestro más sentido alipori. Para el Gobierno, un imperativo: «Cuidemos nuestro jardín».
Gonzalo Núñez
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