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«No corras sueña»

Fue el último mensaje que le transmitió Aser a su pareja, Nuria Fernández, antes de su triunfo en el 1.500

«No corras sueña»
«No corras sueña»larazon

«Ve detrás de una buena, te va a llevar hasta el final, se pondrán nerviosas y se abrirán...», había dicho Manolo Pascua a su pupila Nuria Fernández antes de la final de 1.500 de los Europeos. Nuria obedeció. Aguantó pegada a la cuerda hasta el final, sin sucumbir a la tentación de cambiar de calle y acelerar antes de tiempo, y la rusa Almidova se echó a un lado, después la francesa Dehiba. Se abrió la puerta y las fuerzas estaban con la atleta española, que hizo el esprint de su vida para ganar el oro. «Hizo una carrera a medida», afirma Pascua un día después. «Parecía que estuviera escrito, había señales», asegura Aser, la pareja de Nuria.

Cincuenta minutos antes de la prueba, Aser recibió una llamada de Sandro Rosell, el presidente del Barcelona, que había sido su jefe. «¿Vas a volver a ver a Nuria? Dile esto: "No corras, sueña"». Y bajó a decírselo para mantener la energía positiva que le había acompañado toda la semana. La campeona soñó y corrió mucho, más que nunca en un 1.500. Después lloró, como muchas de las personas que la rodean. «Fue por la emoción de verla superar su gran reto. Veíamos que tenía potencial, pero la medalla no llegaba», relata su amiga Almudena, ex judoca, con la que compartió habitación en la residencia Blume. También se emocionó Marta Domínguez, compañera de fatigas desde las categorías inferiores, y mucho más. «Una atleta que destaca en júnior, y ella era de las mejores de Europa, en categoría absoluta tiene que salir también», piensa la palentina. Y salió, por fin, a los 33 años y no por casualidad.

«Quizá al principio no ponía toda la carne en el asador...», piensa Marta. Nuria ha aprendido de ella la constancia. Se la llevaba a Palencia para entrenar dobles sesiones, para darle la disciplina que le faltaba. Y fue una de las personas que la animó a no dejar el atletismo en 2005. «Fueron momentos difíciles», relata Aser. «No progreso, no voy a ser nada», se decía a sí misma la propia Nuria tras años de no saber qué hacer, de «tonterías», como dice su pareja, de cambios de entrenador, de irse a Soria... A veces así de dura es la vida de un atleta, seguía compitiendo por seguir, porque no tenía otra salida profesional, pero tras Helsinki estaba casi decidida. Sus amigos le decían que continuara y uno de ellos la mandó a hablar con Manolo Pascua. «¿Cómo lo vas a dejar? Lo que tienes que hacer es entrenar», recuerda Pascua. Y se puso a sus órdenes. Poco después se quedó embarazada, el salto definitivo.

Candela, su hija, le dio el punto de madurez que necesitaba. «A veces un niño te quita esas tonterías», opina Aser. Aunque te da otros problemas: la dureza de cuidar al niño y entrenar. Su madre y su suegra colaboraron y Marta Domínguez incluso le ofreció ayuda económica para que una persona cuidara de la pequeña. Todo para que no dejara de correr. «Cambió el chip. Estuvo entrenando hasta un mes antes de dar a luz, parió en octubre y en diciembre ya estaba ahí otra vez», dice Pascua. En el Mundial de Berlín de 2009 fue cuarta y el domingo llegó el éxtasis.