La Habana
«El ejército participará en el cambio de Cuba»
Huber Matos, que fue comandante, «héroe de la Revolución» y primer disidente, cree que está cerca el «desenlace final».
No tenemos interés en quedarnos con tus huesos», le dijo el coronel Blanco Fernández a un hombre que apenas rellenaba las ropas y a duras penas se mantenía en pie. Era octubre de 1979 y habían pasado veinte años, ni un día más ni un día menos, desde que entró en la cárcel acusado de «traición» a la revolución cubana. Veinte años antes, el 6 de enero de 1959, ese mismo hombre entraba barbudo y victorioso en La Habana montado en un jeep junto a Fidel Castro y Camilo Cienfuegos. Hablamos de Huber Matos, el único superviviente de los cinco llamados «héroes de la Revolución», que pronto cayó en desgracia al descubrir los exabruptos totalitarios de aquella gesta entre juvenil y despiadada. Cosas de la Revolución: además quedan con vida los hermanos Castro. Huber Matos pasa de los noventa años y aún conserva la energía del comandante que, al frente de la Columna 9, participó en el cerco de Santiago de Cuba, batalla decisiva para el triunfo de los barbudos y del Gran Barbudo. «Él ya entonces era el hombre que se erigió en número uno, humillando a la tropa y oficiales, si hacía falta, para imponer respeto. No era ni marxista, ni comunista, ni nada en concreto. Sólo entendía una ideología: su egolatría. En eso no ha cambiado», dice ahora Matos. ¿Tan pronto se dio cuenta?El maestro que fue«Sí, me di cuenta, pero mi compromiso era con Cuba y contra el golpe de Batista. En Sierra Maestra, muchas veces me preguntaba si no estábamos preparándole el camino para que llegara al poder un déspota», dice ahora Huber Matos, que sigue hablando como el maestro y pedagogo que era y sigue siendo. De hecho, en su decisión de participar en la guerrilla pesó más la muerte de decenas de sus alumnos tras los sucesos del «Granma», en diciembre de 1956, que las ideologías. «No podía estar al margen», afirma con el fiel compromiso del maestro.
Sí, fue rápido en detectar la deriva de Castro: «A las pruebas me remito: después de 50 años de destrucción de Cuba, de su economía, del conjunto de la sociedad, del espíritu del trabajo..., nos estamos aproximado al desenlace de esta triste historia», historia en la que él asume su responsabilidad. De aquellos días de gloria revolucionaria «recuerdo el orgullo de ser un triunfador y la alegría del pueblo, pero después siento una gran tristeza por haber ayudado a construir ese monstruo político». Su aportación fue decisiva: el 30 de marzo de 1958, Matos aterrizó en la sierra con un cargamento de 7.000 fusiles procedentes de Costa Rica. Huber Matos está vivo porque resistió. Resistió a Castro y resistió la cárcel. Una vez tomado el poder, fue nombrado jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Camagüey. Fue en esta provincia donde comprobó que Castro había traicionado el espíritu democrático de la revuelta y anunció que se retiraba a su profesión de maestro. «Mandó a Camilo Cienfuegos a detenerme. ¿Sabé por qué? Pues con la doble intención de que yo le matase porque temía su sombra... Camilo era muy querido y un ser sincero... y así luego me condujeran a mí directamente al paredón. Los dos entendimos su perversa jugada y lo hablamos, porque éramos amigos». Cienfuegos moriría poco después en un misterioso accidente aéreo sin que ni su cuerpo ni el avión hayan aparecido. Matos fue juzgado en un proceso al que fueron «invitados» un millar de militares para que gritasen «¡paredón!, ¡paredón», siguiendo un terrible protocolo, pero «acabaron aplaudiéndome porque sabía de mi final y me defendí con vehemencia, con la verdad. Castro supo que no me podía matar».Conoce la cárcel y sabe por qué y cómo Orlando Zapata decidió morir tras una huelga de hambre. Esa crueldad no ha cambiado, pero sí la capacidad para soportarla: «Los Castro no imaginaban que la muerte de Orlando Zapata tuviese la repercusión que ha tenido». Vuelve a hablar como el maestro cuando plantea que hay que «refundar la República de Cuba y sus valores y crear una cultura de apoyo a la tierra. El cubano era muy trabajador y miraba mucho por su tierra, por lo nuestro... Sí, nunca he dejado de ser el maestro que fui». Desde la sede en Miami de Cuba Independiente y Democrática, partido que fundó en Venezuela en 1980, sigue el día a día de la isla, y sabe que el cambio se debe hacer con los de dentro y los de fuera. «Hasta en las filas del Partido Comunista hay cubanos de buena fe y hay personas que están en las Fuerzas Armadas que serán muy valiosas para reconstruir la nueva Cuba». Matos habla de «sentimiento de cubanía». Y ese sentimiento cree o confía en que no haya desaparecido. Esa es la clave, de ahí que asegure que «las Fuerzas Armadas participarán en el cambio». Él quiere verlo. «Quiero volver a Cuba y ayudar a ese cambio», concluye.
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