Sevilla
Manzanares connection por Lucas Haurie
Mercedes Alaya no sabrá nada de fútbol, o eso dicen quienes la conocen, pero terminará en la portada del Marca y no sólo por el lío montado en el Betis. Ayer, la magistrada (a la que Alfonso Guerra quiso convertir en carne de revistas del corazón y otras vísceras) imputó en el caso de los ERE a Pizo Gómez, rústico futbolista que fuera del Osasuna y el Atlético de Madrid, el equipo del que es hincha Griñán. El centrocampista navarro se embolsó, presuntamente, de forma ilegal casi medio millón de euros. Ha demostrado tener más sutileza en los negocios que en el balompié, actividad en la que jamás dribló a un contrario con la habilidad con la que ahora ha sorteado los mecanismos de control de la Consejería de Empleo. Sorprende, más allá de la popularidad de este implicado, la explicación de la Junta, que argumenta que ciertas ayudas a la empresa ¡¡no pueden ser recibidas por empresas!! Y se quedan tan anchos. La debilidad de algunas alegaciones demuestra la poca precaución con la que se construyó la trama, síntoma de la impunidad con la que creían contar sus cerebros. Semejante chiringuito es inconcebible sin un sostén en las alturas. Se ponga como se ponga nuestro colchonero presidente.
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