Antes de que pite el árbitro sepa cómo viven los «sin papeles» de Sudáfrica

Muchos niños se aventuran a cruzar la frontera solos para poder tener una vida mejor, al igual que los adultos, que suelen viajar en grupos para evitar los peligros del viaje. Todos esperan poder tener una vida mejor que la que llevaban en su país.

Muchas de estas personas, que se aventuran a cruzar la frontera, son víctimas de robos, saqueos y de la violencia física y sexual de las bandas que operan entre los dos países. Además, la policía hace oídos sordos a las denuncias, alegando que las agresiones se producen el lado zimbabuense de la frontera. Medicos Sin Fronteras (MSF) ha podido constatar que más del 83% de los casos de violencia sexual que se producen son en lado sudafricano de la frontera.

Estos hechos marcan psicológica y físicamente: situaciones de estrés y transmisión de enfermedades sexuales, como el sida. De los 120 supervivientes que MSF ha atendido en lo que va de año, a la mitad se les pudieron dar medicamentos para frenar el avance de la enfermedad.

El pasaporte, un bien de lujoMusina es la primera población que se encuentran los zimbabuenses al llegar a Sudáfrica. La opción de los inmigrantes de acogerse a la situación de refugiado de Sudáfrica es más teórica que práctica porque la mayoría de las solicitudes son denegadas y no pueden ni ser deportados. Este punto deja a los inmigrantes que llegan a Sudáfrica en un "limbo legal": al llegar solicitan el estatus de refugiado. Les es denegado pero, antes de que se lo comuniquen, ya se trasladan para poder ganarse la vida. Sólo un 1% de las solicitudes es aceptada.

Y se encuentra en esta situación porque un pasaporte de Zimbabue cuesta 150 dólares americanos, algo inalcanzable para las personas que no tienen trabajo. En España el precio del pasaporte es de 22 euros. MSF ha explicado que esta situación desaparecería si los zimbabuenses tuviesen acceso al pasaporte. Atención primariaDesde 2007, MSF lleva a cabo dos proyectos en Sudáfrica encaminados a responder a las necesidades de los inmigrantes que llegan a la antigua colonia y de los refugiados.El proyecto consiste en dos clínicas: una en Musina, junto a la frontera con Zimbabue, y la segunda en Johannesburgo, donde se ofrece atención primaria, psicológica y se atiende a los enfermos crónicos de Sida y a las personas con tuberculosis. También existen clínicas móviles que atienden a las personas de las granjas próximas.Cuando los inmigrantes y refugiados llegan a la capital se encuentran si refugio de ningún tipo. Por suerte, existe el Moth Building: una iglesia metodista que está siendo reformada para poder acoger a 700 personas. El resto, terminará en los edificios colindantes nada preparados: no tienen ni acceso al agua corriente, ni a un sistema de saneamiento y no existe ningún sistema de eliminación de los residuos. Nadie hace nadaSon un total de mil edificios por los que se paga una alquiler alto para las malas condiciones que presentan: no tienen ningún tipo de mantenimiento de los años 90, cuando sus propietarios los fueron abandonando. MSF ha explicado que muchos de estos edificios están bajo en control de criminales y terratenientes que buscan exprimir al máximo a sus inquilinos. La policía no solo no interviene para frenar esta situación, sino que se queda impasible antes los desalojos efectuados por empresas de seguridad privada en los que utilizan balas de goma y palos. Muchos de los inquilinos tienen enfermedades como el Sida y la tuberculosis y pierden sus medicinas y todos pierden sus pertenencias. Los tratamientos médicos quedan interrumpidos y, mientras, la enfermedad avanza por lo que es más difícil de tratar. Infecciones en las vías respiratorias, enfermedades gastrointestinales, afecciones cutáneas y dolencias relacionadas con el estrés son las enfermedades que más han sido diagnosticadas por lo facultativos de MSF, y que son causadas por la situación de hacinamiento y las duras condiciones de vida. También, destaca la alta tasa de tuberculosis.