Mucho ruido y pocas nueces

Creemos que esta producción del Palau de les Arts no da con la entraña poética y dramática de la obra, cuyo juego de relaciones y dialéctica quedan orillados. Hay poca sutileza y finura intelectual. El deslumbrante juego técnico, las continuas infografías, tan afines a la «La guerra de las galaxias» dispersan la atención. Los movimientos de grúas acaban por cansar y se advierte ausencia de fantasía en la aparición de Erda. Es interesante la alusión, ya algo manida, a Kubrick e intencionada la conexión entre el Oro y el Hombre. Bien resuelta la bajada al Nibelheim, y buena iluminación.

Dio la impresión de que Halffter, que desplegó un notable esfuerzo, anda madurando la composición, que sonó plana, con la compleja trama temática aún por depurar. Faltaron también tensión y brillantez tímbrica en el enjundioso preludio. Del irregular equipo vocal, estático y apenas dirigido actoralmente, debemos destacar a Zhidkova, Fricka de bello timbre y tersa emisión, Alkema, fresca y segura Freia, y Ferrero, consistente y bien delineado Froh. Rasilainen carece de nobleza y solidez para Wotan. Brubaker hace un Loge corretón (montado en segway) poco sutil, y Hawkins es un monolítico Alberich. Schwarz dejó sentir su antigua clase en Erda, pero su instrumento es ya destemplado y desigual.