Historia

Ensayo

El Padre Pitillo por Martín PRIETO

Cuando encuentro a Carrillo le saludo y estrecho la mano a un hombre que debió comenzar a fumar en la infancia.

El Padre Pitillo, por Martín PRIETO
El Padre Pitillo, por Martín PRIETOlarazon

Siempre le pregunto por su pacto con el demonio del alquitrán y contesta que en cuanto el tabaco le dañe lo dejará. Es un ejemplo de la reconciliación de los españoles. A su regreso legal a España la Policía temía que le asesinaran. Se hacían pintadas por las calles: «¡Muerte al cerdo de Carrillo!». Traicionó al PSOE, que ahora tanto le mima, llevando las Juventudes socialistas al Partido Comunista, y retirándole la palabra a su padre. No soy su juez pero como estudioso de la Guerra Civil no acabo de casar su responsabilidad como delegado de orden público de la Junta de Defensa de Madrid con su inacción ante las sacas de las cárceles y Paracuellos. La amnistía de 1978 cerró aquel capítulo y la política de reconciliación nacional ya fue predicada por Carrillo desde que viró al eurocomunismo siguiendo los pasos de Enrico Berlinguer.

Carrillo publica «La difícil reconciliación de los españoles». Una recopilación de textos editados, o de discursos pronunciados, más un par de reflexiones actuales inéditas, expurgadas sobre el hilo conductor del cambio pacífico en España propuesto por el PCE en Checoslovaquia en 1956. La anticipación no se le puede hurtar a este hombre. De reconciliación en reconciliación nos lleva hasta una reivindicación de Marx, entendible, y la posibilidad de un Apocalipsis nuclear. Carrillo se pregunta si un día los emigrantes no vendrán en calidad de guerreros, y traslada la lucha de clases al abismo entre países ricos y pobres. Pese a la crisis del movimiento comunista, no da por muerta a la izquierda y ve en Latinoamérica «cambios serios». Mi opinión es que el socialismo Iberoamericano es más dañino para el hombre que el nuevo socialismo español.

Para Carrillo el proletariado como agente revolucionario podría ser sustituido por las naciones explotadas por el capitalismo occidental. Pensaba el autor que la militarización nuclear y la división en dos bloques impedía una nueva guerra mundial. Hoy ya no está seguro: «Con los focos de guerra que existen en varios lugares del globo, de cuyo estallido no son inocentes potencias extranjeras; con la guerra económica que estamos viviendo ya, y el aumento de los presupuestos militares, ¿quién garantiza que no puede desencadenarse una guerra?». Creo haber escuchado a Carrillo que el islamismo será el verdugo del capitalismo. Para que no cunda la degollina está la Alianza de Civilizaciones patrocinada por el padrino del autor.

Mueve a sonrisa pícara que el libro contenga 52 entradas sobre el catolicismo, entre dulces objeciones, contra 11 sobre Karl Marx, 17 a la República o al propio PCE, 2 a Felipe González y 1 a Zapatero. Incluso rescata esta cita de Marx: «La burguesía ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta». Eso no lo suscribe Zapatero y podría asegurarlo el Cardenal Ratzinger. Por eso cada vez que le encuentro me recuerda al Padre Pitillo. Tenemos memoria histórica, personal y subjetiva, y no necesitamos reconciliarnos. Para Carrillo, Madrid bien valió una monarquía y una bandera. El día menos pensado me lo tropiezo en misa, sin fumar.



«La difícil reconciliación de los españoles»

Santiago Carrillo
Planeta
288 páginas. 21 euros