Barcelona

Mas anuncia 2 años de recortes porque el déficit supera los 7000 millones

Artur Mas no va a esperar a que pase el día de Reyes para poner a dieta a su Administración. Durante la campaña prometió que sometería a un drástico régimen al futuro Gobierno de la Generalitat y por ahora no ha encontrado excusas para no cumplir con su palabra

Mas cruza el Pati dels Tarongers dirección a la sala Tàpies
Mas cruza el Pati dels Tarongers dirección a la sala Tàpieslarazon

El plan para adelgazar empezó con la reducción de 15 a 12 los departamentos del Gobierno y ayer continuó con un recorte del 23 por ciento del número de altos cargos, de 177 a 136.

Gracias a estos ajustes, la Generalitat podrá ahorrarse unos tres millones al año, doce millones en toda la legislatura. Todo esfuerzo es poco para adaptarse a la situación de crisis que atraviesa la Generalitat. «Una situación más delicada de lo que pensábamos, con un déficit para 2010 dos o tres veces mayor que el previsto», admitió Mas tras la primera reunión del año de su Consell Executiu.

El recién estrenado presidente de la Generalitat quiso comparecer en persona tras la primera reunión operativa de su equipo de Gobierno, para explicar que a la Generalitat le toca afrontar, al menos, dos años de vacas flacas. La idea de Mas es estabilizar las cuentas de la Generalitat en 2013, año en que prevé reducir el déficit al 1,3 por ciento del PIB.

Mas admitió que «vienen tiempos complicados». La situación financiera de la Generalitat es «delicada» y el déficit «dos o tres veces mayor» al previsto por el Consejo de Política Fiscal y Financiera. A falta de acabar de analizar las cuentas, Mas avanzó que Cataluña cerrará 2010 «muy por encima» del objetivo de déficit, fijado en el 2,4 por ciento. Según los primeros cálculos que ha facilitado el conseller de Economía, Andreu Mas Colell, el déficit rondaría los 7.000 millones de euros.

Aunque el nuevo Gobierno no ha superado aún los cien días de gracia y ayer en el Palau de la Generalitat hubo consellers que se equivocaron de puerta para llegar a la sala Tàpies –donde se celebra el Consell Executiu–, Mas no se permitió el lujo de dejar para mañana lo que puede hacer hoy. Ejerció el papel de president con sus pros y sus contras. Admitió que se avecinan dos años de recortes y medidas impopulares, aunque insistió en que la situación es superable. Fue un intento de recuperar la confianza de los catalanes, el primer paso para dejar atrás la crisis.

Después de reducir el 20 por ciento de los departamentos y el 23 por ciento de los altos cargos, la dieta de Mas seguirá con una reestructuración del personal eventual y de los cargos de confianza que estará lista en los próximos quince días. En una cuarta fase, en un plazo máximo de dos meses, se aprobarán los decretos de organización de cada departamento –el organigrama que va por debajo de las direcciones generales– y, finalmente, se reorganizará el entramado de empresas y entidades públicas. Esta última fase es la más arriesgada. Un informe del tripartito recomendaba disolver o fusionar 104 de los 245 organismos que dependen de la Generalitat. Mas ya ha encargado una auditoría, aunque no espera mover ficha antes de verano.