Almería

Diez ángeles contra el infierno de la explotación

Ocultan su identidad para evitar el control de los proxenetas y acceder a las mujeres explotadas. Atienden a 280 cada día. 

Diez ángeles contra el infierno de la explotación
Diez ángeles contra el infierno de la explotaciónlarazon

MADRID- Las mujeres explotadas viven amenazadas, tienen miedo a sus proxenetas y no se atreven a denunciar su situación. Tampoco son capaces de escapar porque no tienen dónde ir, no conocen a nadie y no tienen documentación para conseguir un trabajo digno.Para intentar abrir una ventana a la esperanza, la unidad móvil de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp) recorre cada día varias zonas de Madrid en busca de estas mujeres para ofrecerles apoyo social. Cualquier lugar es bueno si se ayuda a una víctima: desde prostitución callejera a chalets o pisos convertidos en prostíbulos en plena ciudad.No es un trabajo fácil porque las redes intentan mantenerlas ocultas. En este punto, la colaboración de las víctimas y el trabajo de calle es fundamental. Después, llega la parte arriesgada, acudir al piso «patera», acceder a las mujeres y asesorarlas sin ser descubiertos. Cada vez más jóvenesApramp trabaja desde hace 25 años en favor de este colectivo. La unidad móvil, compuesta por diez personas, funciona como dispositivo de carácter asistencial, preventivo y rehabilitador. Este dispositivo de atención atiende a 280 mujeres explotadas cada día, en torno a 100.000 anuales. Las edades van de los 18 a 32 años, pero cada vez hay más casos de menores de edad obligadas a prostituirse. En los últimos años, gracias al trabajo de la asociación, que forma parte de la red nacional contra la trata de personas, 1.400 mujeres han recuperado sus vidas.Su labor es tan complicada como delicada. Las víctimas viven en condiciones extremas y es difícil conseguir que rompan con todo para pedir ayuda. Apramp cuenta con un espacio para facilitar atención inmediata y prestan un servicio de acompañamiento en la realización de la denuncia. Tras el paso por el juzgado se acompaña a la víctima a un piso de acogida, en el que se pone a su disposición un plan de ayuda integral y de apoyo en la toma de decisiones acerca de su permanencia en España o si deciden regresar a su país. En la fase de recuperación, están controladas por trabajadoras sociales y tienen la posibilidad de formarse. «Se les enseña a coser para que puedan montar un negocio o trabajar para compañías textiles o en el servicio doméstico», explicó Rocío Nieto, presidenta de la asociación.Las víctimas de estas mafias llegan en una situación precaria, muchas de ellas están tan desorientadas que no saben ni en quéciudad están. Por ello, «lo primero es darles las claves para que se puedan desenvolver en la ciudad». Las víctimas «tardan entre uno y tres años en recuperarse. Nunca olvidan, sólo aprenden a convivir con ello».Seis realidades distintasEl proyecto de Apramp se desarrolla en seis ciudades españolas: «Madrid es la comunidad con mayor presencia de víctimas, Avilés es una zona clara de acceso y Salamanca y Badajoz son la vía de entrada de brasileñas desde Portugal. En Murcia y Almería también hay una importante concentración de inmigrantes». Nieto lamentó la situación de Almería, donde «tenemos muchos problemas porque, en muchos casos, la explotación se produce en invernaderos y es prácticamente imposible acceder a ellas».