«Porfirio»: Parálisis permanente

Porfirio Ramírez Aldana es un ser fronterizo: representa el conflicto interior del pueblo colombiano, entre la parálisis forzada y la voluntad de acción; es víctima del terrorismo de Estado y a la vez guerrillero secreto; y encarna el difuso límite entre documental y ficción, prestándose a reconstruir la rutina diaria de la que fue su vida en un pueblo de la Amazonia antes de ingresar en la cárcel. La cámara estática de Landes lo filma como un ser entre dos mundos: su drama consiste precisamente en el contraste entre la prisión de su cuerpo minusválido y los altos vuelos de su conciencia libre. Landes escatima toda referencia a la historia real de Porfirio para que la desnudez de los ritos de su existencia cotidiana –el proceso de lavarse, las relaciones sexuales con su vecina, su trabajo como «vendedor» de llamadas des- de su teléfono móvil– sean el prólogo a la aparición de un relato, un acto de rebelión que condena a un austero fuera de campo. El estilo de «Porfirio» podría hacernos pensar en el Reygadas de «Batalla en el cielo», pero Landes se las apaña para sustituir la sordidez por la tristeza: el momento en que Porfirio acude en silla de ruedas a las oficinas de su abogado tras salvar, en off, el escollo de un tramo de escaleras vale su peso en oro.