Presentación
Coronado
En Sevilla coronada, siempre nos huele a virgen con salida extraordinaria a la Catedral y vuelta gloriosa, una vez coronada, a su iglesia, así nos quitamos «los jartibles», que diría Carlos Herrera, el mono que siempre tenemos los sevillanos hasta que amanece un Domingo de Ramos. En este caso, Coronado es un actor, un gran actor. Empezó como galán, como planta no le faltaba, enseguida triunfó. Buenas series que lo introdujeron en los comedores y salones de millones de casas. Morbo creciente cuando rodó «Yo soy esa», siendo el galán de Isabel Pantoja en su debut cinematográfico. Se habló entonces, y se sigue insistiendo ahora, en el romance que mantuvo con la cantaora. Si lo hubo, ¡olé!, qué pareja más estupenda. En la difícil transición de galán a auténtico actor, donde muchos naufragan y terminan su carrera, Coronado tuvo la suerte de encontrarse con papeles de malos, malísimos. Los peores policías cinematográficos de los últimos años los ha hecho tan bien que se le ha quedado cara de «madero». Ahora arrasa con «No habrá paz para lo malvados», la nueva película de Enrique Urbizu, otro policía devorado por el mal que ha perseguido tantos años. Definitivamente ha sido Coronado, con la categoría de grande de la interpretación; el Goya al mejor actor ya aletea sobre su cabeza. Sigue con aspecto de galán, Susanna Griso le decía el otro día que es el George Clooney de Europa. Además, es muy simpático, amable con la prensa siempre que no entren en lo privadísimo, y puede aguantar entrevistas larguísimas con cinco tertulianos y dos presentadores, sin enfados y sin vetos, así lo demostró en «Espejo público».
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