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El gasto navideño
Y usted, ¿cuánto piensa reducir el gasto navideño? Serios estudios estadísticos afirman que los madrileños vamos a gastar un 50% menos en estas fechas que el año pasado. En otras comunidades puede que sea un 40, un 30%, pero lo que queda claro es que nadie está dispuesto a derrochar más, salvo a los que les toque la lotería. Lo que cabe preguntarse entonces es en lo que vamos a ahorrar en estas santas y estrechas pascuas. El otro día vi a un propio exclamando por la tele: «¡En todo menos en la comida!». Y es que a ver quién les quita por un día el desparrame de gula a los españoles. Esos langostinos rayados que no importa que vengan del congelador ni de países tropicales, esas ostras cumpliendo su canon de intoxicaciones, esas centollas abiertas de patas donde hurgar a gusto, los hígados grasientos de pato, el pavo encallecido, el besugo pasmado y ese turrón, ese turrón glorioso donde dejarse las muelas. ¿Hay gozo incomparable en el que tirar el dinero por la paz entre los hijos de Dios? La tradición, en asuntos gastrosóficos, no entiende de crisis. Si hasta se acaban vendiendo las angulas, al precio que están…
Otra cosa es la cuestión de los regalos, que en eso sí está todo quisque dispuesto a apretarse el bolsillo, y que en su bajón va a servir de termómetro de aprecios en nuestras relaciones sociales. Habrá quien todavía intente hacer el paripé, tratando de regalarte alguna birria. «Es una chorradita, pero bueno…» . «¡Pues si es una chorradita, quédatela, qué coño!». Las tiendas se quejan de escasa clientela y amenaza de ruina. Yo creo que todavía no se ha creado el ambiente propicio, que antes empezaba en noviembre y ahora se está retrasando. Quizá sea cosa del alcalde el calentar el cotarro y que la gente se lance a hacer compras, pero tal vez lo que se gaste en avivar la fiebre consumista sea directamente lo que nos cobre en multas de aparcamiento. Y los villancicos se pagan.
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