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Turbante de moda

La Razón
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Ha venido la jequesa Mozah (leído moza, sin hache al final, por si perdían el sueño con la duda, ojo). Ha venido Mozah Bint Nasser al Missned (me ha costado, a lo mejor, cuarenta minutos copiarlo correctamente) y se ha quedado el personal masculino patrio como con cara de perrillo chico que se tumba ante una maciza y pone cara de que sea lo que Dios quiera. El personal masculino patrio tiene pasión por la morería, y a mí me parece fenomenal, porque hay que reconocerle a la morería que es guapa a rabiar.
Esa gente es otra cosa, efectivamente, y parece que ocho siglos de dominación musulmana en España no fueron suficientes porque yo soy una especie de patata de color arbequina, que en sus mejores días muta en cetrina, de ojos vidriosos con venillas, ojera gorda, oreja grande, cuello acordeón y raza torda. Por lo visto Albacete se llama así por influencia andalusí y yo me empeño en buscarme por mi ciudad de nacimiento y de raíz y a la que pertenezco a muerte, pero a mí me pasa lo que a Joaquín Reyes, que sólo me veo con unas gafas grandísimas y en el Torito. El caso es que ha venido la jequesa y ha llegado vestida como se vestían las madres de nuestra generación y lo hacían las abuelas de los yogures de ahora: faldaca larga que tape las rodillas, una blusa buena de manga farol que acompañe a la caída de brazo, un zapato prudente (que tampoco hay que humillar al jeque, que bastante tiene con el tocado) y un turbante. Un turbante que era lo que llevaban las mujeres españolas sin tiempo de rulo gordo y caliente hace unos lustros. Y en forma de gorro de piscina o de río, pero con unas flores que daba gloria verlo.
Pero ahora se lleva, qué cosas, el turbante de la jequesa, y te dice tu churri: hay que ver, qué guapa esa mujer, qué estilazo, qué bombonazo, a ver si te pones ese turbante. Y tú te ves con ese pelo de rata que te da la genética y con ese crudo bueno en el brazo y de pronto, zas, un papelín de un periódico.
El marido de la mollar del turbante tiene dos mujeres más, además de ella. Con las tres apareció en una entrevista en la CBS, aunque ésta es la que trae por estos lares y a la que se recibe sin ponerle ningún pero al asunto, que deja pasta. Se queda una pensado un ratico y se quiere quedar igual. Sin turbante.