Elecciones generales
22-M: acto de justicia
Descontando algún sondeo extravagante que presenta a Chacón como una amazona indestructible y a Rubalcaba como un líder inexpugnable, las proyecciones del rubicón que Zapatero encara en tres semanas son tan elocuentes como paradójicas.
El voto será especialmente ideológico: se anuncia un castigo a un socialismo que ha devuelto a España al coma económico y social del malhadado felipismo. Y al mismo tiempo será hondamente pragmático: se avecina un escarmiento a los que han probado no saber hacer lo que sobradamente ha demostrado el Partido Popular que sí sabe. En efecto, y cualesquiera que sean las motivaciones superficiales y coyunturales de cada ciudadano, no hay mayor acto de justicia que el de acudir a las urnas para repudiar democráticamente a los que, donde había riqueza, estabilidad y esperanza, han llevado pobreza, incertidumbre y desilusión. ¡Cuántos sueños rotos, cuántos proyectos profesionales y de vida malogrados! ¡Cuánto daño se ha hecho a cuantísimos ciudadanos en tan poco tiempo! Pero ahí reside la grandeza, la nobleza y la verdad de la democracia.
En la posibilidad periódica de expulsar del poder a los que, por su inepcia o por su perversión, nos han legado ya una generación perdida de jóvenes y una multitud de padres de familia que, derrotados por el paro masivo y la falta de oportunidades, se ven forzados a retirarse sin dignidad y sin fortuna. En un mundo moderno y abierto, en la era de la información, sólo una sociedad civil que no mereciese tal nombre, o sea, una masa amorfa de personas pusilámimes, adormiladas o anestesiadas serían incapaces de reaccionar ante tan altos niveles de desgobierno. El mismo termómetro que servirá para medir la temperatura del PSOE el 22-M marcará el nivel de calidad de la democracia en España hoy. Y ojo, porque el partido no ha terminado de jugarse.
✕
Accede a tu cuenta para comentar