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Pakistán asegura que nadie opuso resistencia en el asalto a la mansión

Islamabad también anuncia que la operación pudo desembocar en una «tragedia» si se hubiera percatado de la violación de su espacio aéreo

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El asalto estadounidense a la guarida de Osama Ben Laden en la localidad de Abbottabad se ha producido en un momento en el que la relación entre Washington e Islamabad se había tensado tras el arresto de Raymon Davis, un contratista de la CIA, a finales de febrero en Lahore. La historia sentimental entre Estados Unidos y Pakistán siempre ha tenido «pequeños» baches que han sido superados por su vínculo necesario en la guerra contra el terrorismo.
Ahora más que nunca Islamabad está bajo presión al tener que dar explicaciones por haber albergado al terrorista más buscado del mundo en su territorio, al menos, desde hace cinco años. El Gobierno paquistaní comenzó actuando con cautela para no levantar más ampollas sobre el asunto. Tanto el primer ministro, Rehman Malik, como el presidente, Ali Asif Zardari, lamentaron el «desliz» de sus Servicios de Inteligencia por no haber «sospechado» antes que Ben Laden se refugiaba a sólo 150 kilómetros de Islamabad. Sin embargo, ayer salió a la palestra el secretario de Exteriores, Salman Bashir, quien en rueda de prensa rechazó las insinuaciones de que los Servicios Secretos (ISI) hubieran dado refugio a Ben Laden, y elogió a las Fuerzas Armadas de su país.

Enviados dos F-16
Bashir aseguró que los helicópteros de EE UU tenían la tecnología necesaria para evitar la detección por radar, en la primera versión oficial que ofrece Pakistán de cómo se enteró de la operación. La «primera» información, según el diplomático, que recibe Pakistán del operativo, es cuando se estrella uno de esos aparatos norteamericanos en la finca de la ciudad de Abbottabad. Según Bashir, el Ejército de Pakistán envió entonces dos aviones de combate F-16 –que tardaron en llegar unos quince minutos–, y ordenó un despliegue de sus Fuerzas de Seguridad y efectivos de inteligencia para que acudieran al lugar. El diplomático aseguró que la operación de EE UU fue ejecutada «muy rápidamente», en un total de 40 minutos.
«Fue una suerte que se evitara una gran tragedia», prosiguió el secretario de Exteriores en declaraciones recogidas por la agencia Efe, en alusión a que si las fuerzas de Pakistán hubieran llegado cuando las de EE UU aún se encontraban en la casa se habría podido producir un enfrentamiento entre ambas. Tras el ataque mortal, el jefe del Estado Mayor de EE UU, Mike Mullen, telefoneó al jefe del Ejército de Pakistán, Ashfaq Pervez Kiyani, y algo más tarde el presidente norteamericano, Barack Obama, hizo lo propio con su colega Zardari.
El secretario paquistaní de Exteriores hizo una defensa a capa y espada del Ejército y del ISI –que guardan una difícil relación con los Gobiernos civiles en este país–, insistiendo en que es «falso» que elementos de los Servicios Secretos contribuyeran a mantener al jefe de Al Qaida fuera del radar de EE UU.


El Ejército admite fallos de inteligencia
El Ejército paquistaní difundió ayer su primer comunicado oficial desde la muerte de Ben Laden, en el que coincidió con el Gobierno en elogiar a los Servicios Secretos (ISI), pero admitió fallos de inteligencia. El jefe del Ejército, Ashfaq Pervez Kiyani, advirtió que si EE UU lanza otra operación en su suelo como la que acabó con Ben Laden, Pakistán revisará su «cooperación» militar y de inteligencia con Washington. Las Fuerzas Armadas dejaron claro que la CIA no compartió información con el ISI. «Se ha ordenado una investigación sobre las circunstancias que llevaron a esta situación», reza la nota.