Barcelona

Jordi Hereu: «No siento mía la cultura del tripartito»

«Ciertas visiones nostálgicas deBarcelona me parecen aberrantes». «Sólo yo puedo evitar un pacto entre CiU y PP, y estoy seguro de que pactarán»

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BARCELONA- Siguiendo la estela de su campaña, ¿qué es lo que mas le gusta de Barcelona?
–Su gente. La gente de Barcelona se quiere mucho a esta ciudad y se sienten muy identificados. Por eso, es una ciudad tan debatida, porque es mucho más vivida. Pero también el mar y la visión desde las montañas. Y de lo que queda en medio, me gustan las plazas de las antiguas villas.

–Pero, respecto al modelo de ciudad, hay voces muy críticas con el exceso de turismo o con las dos Barcelonas, la de los barceloneses y la de los turistas.
–Si hay debate es que eso no es así. Barcelona es una ciudad globalque antes era local. En esta transición, muchas ciudades han perdido rasgos característicos y parte de su alma. Barcelona podrá ser, y lo será, una ciudad que juega en la liga de las ciudades globales pero que conservará muchos de esos rasgos. Hay debate sobre las Ramblas porque la gente se quiere las Ramblas. Muchas ciudades las habrían abandonado a su suerte y perdido. La globalización comporta efectos que estamos aprendiendo a gestionar.

–¿No teme que haya una escisión entre la gente que prefiere la Barcelona más portuaria, más mediterránea y la ciudad del diseño?
–No, porque no es así. Hay Barcelonas muy diferentes y en la que nos tenemos que centrar es en la de las oportunidades. La única alternativa a la Barcelona global es la miseria. Ciertas visiones nostálgicas me parecen aberrantes. Nosotros somos un magnífico ejemplo de cómo enlazar tradición y modernidad.

–¿Qué planes tiene para Ciutat Vella?
–Ciutat Vella es una trama antigua que salvamos del abandono, pero ahora tenemos que aprender a gestionar su éxito, porque el éxito puede destruir un barrio. Está claro que el epicentro son los vecinos y los comerciantes. Por eso hemos invertido mucho en equipamientos, para que no sea un parque temático. Y soy consciente de que hay que combatir una cierta economía depredadora, tutelar los apartamentos turísticos y poner la economía al servicio de un barrio, y no al revés.

–¿Tiene que haber más policía?
–Más Mossos, porque Urbana ya hay. Ahí está el déficit. Trabajan muy bien pero son pocos. Más policía, pero más eficacia en la aplicación de la ley y cambiar los artículos penales necesarios para combatir la multireincidencia.

–Da la sensación de que tras un comienzo de campaña de propuestas, la segunda semana ha subido el tono, especialmente con el vídeo que recuerda la alianza de CiU y el PP.
–El vídeo no explica ninguna mentira, pero hemos puesto encima de la mesa negro sobre blanco. Este hombre, que va de progre (Xavier Trias), votó la investidura de Aznar y ahora le molesta la realidad. Hay que escoger qué Barcelona que queremos porque esta vez la alternativa es factible y los ciudadanos tendrán que escoger entre las dos propuestas.

–¿Cree que los gobiernos del tripartito le han perjudicado?
–Barcelona estaba dejada de la mano de Dios por parte de la Generalitat antes del tripartito. Apenas se había invertido. Teníamos que ser la capital y éramos los más marginados. Las inversiones se multiplicaron hasta por seis con el tripartito y gracias a eso se pudo realizar proyectos como la ley de barrios o el metro, pero yo no tengo tripartito y no siento la cultura del tripartito como mía.

–Ha remontado puestos en las encuestas, ¿qué resultado hace que no sea una derrota para usted? ¿Se ve en la oposición?
–Tengo que ganar. Me preocupa en sobremanera que nuestro proyecto sea vencido, no como socialista, sino como barcelonés, porque la ciudad será mucho más débil. Primero, por la estricta subordinación de un gobierno que se pateará las finanzas del Ayuntamiento. Además, construirán una ciudad más homogénea y aburrida que apostará menos por la cultura y por los barrios.

–¿Qué opinión le merecen los indignados?
–Tienen motivos y me parece bien que pidan más y mejor política democrática. Aunque tienen que votar y después seguir exigiendo. El primer indignado soy yo que me ha tocado chuparme tres años de crisis importada como alcalde, pero también hay motivos para la participación.


«Soy yo»
Son las nueve y media de la mañana y el alcalde, Jordi Hereu (Barcelona 1965), inicia la jornada visiblemente dormido y algo afónico. Pasado el ecuador de la campaña duplicó el número de actos diarios. Sin embargo, con la primera pregunta, abre los ojos y recupera su habitual chorro de voz. Responde con vivacidad, dibuja esquemas de sus planes sobre la ciudad y reivindica su papel: «Soy el cuarto alcalde de Barcelona, soy el candidato más joven, soy el que lleva menos en política y soy el que puede expresar mejor el futuro. Yo soy la renovación».