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El palo y la zanahoria por César Lumbreras

La Razón
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¡Que estamos condenados a entendernos con nuestros vecinos del sur es algo evidente, pero ellos también lo están a hacerlo con nosotros! Rajoy siguió la tradición de los últimos presidentes españoles y realizó ayer su primer viaje al exterior a Rabat, para entrevistarse con Mohamed VI, que, a pesar de los recortes de poder que ha tenido, por lo menos nominalmente, es el que sigue cortando el bacalao. En Marruecos hay nuevo gobierno, con participación de los islamistas moderados, y en España también. Con Zapatero las relaciones fueron mejores que con Aznar (recuérdese lo del Islote de Perejil), gracias también al cambio de los socialistas en su política relacionada con el antiguo Sahara español y con el Frente Polisario. En Rabat, por múltiples razones, no ven con buenos ojos a los del PP. Sin embargo, se impone, por las dos partes, establecer un nuevo marco de relaciones, que tenga en cuenta los nuevos tiempos, incluida la actual crisis económica, la excelente colaboración de Marruecos con Estados Unidos y las consecuencias de la «Primavera Árabe», que han preocupado, y mucho, a las autoridades de Rabat en los últimos meses. A la hora de fijar ese nuevo marco no estaría demás mirar el modelo puesto en marcha por nuestros vecinos del norte, los franceses, que practican lo que un diplomático amigo denominó «diplomacia del palo y la zanahoria» o «una de cal y otra de arena». España no puede dar todo lo que pidan desde Rabat, pero tampoco negar todo. En nuestro propio beneficio es necesario encontrar un punto de equilibrio, partiendo siempre de la base de que somos los más interesados en que Marruecos goce de estabilidad, tranquilidad y paz. Hoy palo, mañana, zanahoria. O al revés.