Literatura

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Un día sin creadores

La Razón
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Algunos escritores, actores, cantantes, directores de cine, intelectuales en general –o como se suelen denominar en España: «creadores»– anunciaron que iban a hacer huelga. ¿Recuerdan? Iban a mostrar su protesta contra la reforma laboral del Gobierno no acudiendo a sus puestos de trabajo. Es decir: no escribiendo, no cantando, no filmando unos planos, incluso no pensando. Pero, claro, en el caso de algunas profesiones, como puede ser la de escritor, su acción no tiene por qué afectar a la marcha del país, ni a los intereses de la empresa que le paga; en este caso, una editorial. No así un trabajador industrial, administrativo o de servicios. Incluso se puede dar el caso de que un día de huelga para un novelista sea como un día normal: supongamos que, por el motivo que sea, no ha escrito ni una sóla línea (también es cierto que los trabajadores comunes, o no «creadores», pueden pasar una jornada laboral sin pegar un palo al agua). Para un escritor sólo hay una manera de hacer constar esa protesta con el compromiso personal exigible: renunciando a la parte alícuota correspondiente a un día del contrato que tiene firmado con su editorial, y hacerlo público si quiere, que para eso es quién es. O, bien pensado, la huelga debería ser a la inversa: es el lector quien no debe comprar su libros. Un día es un día. (Según los libreros, el pasado 29 de septiembre no se notó un descenso en las ventas).