Valencia
Identidad robada
La jefa militar de ETA, Izaskun Lesaca, detenida esta semana en Francia, suplantaba la personalidad de una profesora que lleva una tranquila vida en Huesca
Quién eres?, ¿qué quieres?», pregunta Pilar.
Hasta esta semana, la vida le iba bien o mal a Pilar, le iba como a cualquiera. Hasta esta semana, tenía su rutina y lo que le sucedía era lógico, normal. Lo normal y lógica, claro, que puede ser una vida. Pilar estudió oposiciones, se presentó, sacó una buena nota y ahora trabaja de profesora en un colegio. Cuando acaban las clases, se preocupa en el patio de que todas las madres o padres vayan a recoger a sus hijos, a eso de las cuatro de la tarde.
Izaskun Lesaca casi nunca ha vivido con esa tranquilidad ni ha tenido que esperar niños en el colegio. O por lo menos no lo ha hecho con buenas intenciones. Ha llevado la vida clandestina de una miembro de ETA, huida de la Justicia y perseguida por sus delitos. Su vida consiste en escapar, no quedarse mucho en ningún sitio, esconderse y hacer daño.
Se supone que estuvo en México y seguro que en Francia, fingiendo normalidad cuando se cruzaba con policías, cubriendo con muebles y bolsas de viaje la puerta de los hoteles en los que se alojaba para evitar la entrada a la autoridad, siempre pendiente de que al día siguiente, por un despiste, podía dormir en la cárcel.
Hasta que se acabó la huida, hasta que no pudo esconderse más. Izaskun, el pasado domingo, fue una de las últimas terroristas detenidas por las Fuerzas de Seguridad. Nació en 1975 y en 2003 ya huyó a Francia por su relación con el aparato de captación de ETA. Fue una de las tres terroristas encapuchadas que junto con Pla y Sorzabal, anunciaron que la banda dejaba de matar.
Que no de actuar. Lesaka seguía siendo jefa del aparato militar de la banda terrorista.
–Hola, soy periodista, ¿eres Pilar?
–Sí
–¿Sabes que han detenido a una terrorista esta semana?
– ¿Cómo?, no entiendo nada, ¿qué quieres decir, qué tiene que ver conmigo?
–No te asustes, no pasa nada, creo, sólo que, además, han encontrado que llevaba un carné de identidad que tenía su cara, pero en el que estaban tus datos. Tu nombre y apellidos.
–¡Qué dices! ¿Quién has dicho que eres? ¿Seguro que eres periodista? ¿de qué medio has dicho que me estás llamando?
Pilar esta confundida. Un desconocido le llama y le habla de su DNI y de ETA. De repente, la vida se sale de lo lógico y lo normal. La rutina se rompe. Pilar no recuerda que le hayan robado últimamente el documento nacional de identidad, tampoco que lo haya perdido. Lo tiene junto a ella, como siempre. No sabe nada de detenciones de terroristas en Francia. Eso le pilla muy lejos, qué tiene que ver con ella. No entiende la llamada al teléfono del colegio preguntando por ella un martes de otoño a la hora en la que acaba su jornada laboral.
–Sí, me han dicho que me habías llamado y ahora me vuelves a llamar, ¿de qué medio me has dicho que eras? No sé de que hablas. Yo no tengo nada que ver con ETA, no tengo ni idea de qué me estás hablando. Tengo mi DNI.
Documentos falsos
Para no despertar sospechas, los terroristas fabrican falsos documentos de identidad a partir de personas reales. Con ellos pueden moverse con más o menos facilidad en los hoteles, cuando, por ejemplo, te piden la documentación al hacer la reserva. La falsificación es una de las industrias que mejor funciona en ETA y que, por lo visto, aún está activa.
En enero de este año fueron detenidos tres terroristas a los que se encontraron resina de cristal de tipo epoxy y circoflex, utilizada para hacer falsos documentos. Algunas fuentes antiterroristas se preguntan qué necesidad tienen los terroristas de continuar con esa fabricación, si se supone que están en tregua.
El DNI es un eslabón más para llevar una vida clandestina. También se falsifican tarjetas de crédito, por supuesto, pasaportes, nóminas si son necesarias para conseguir alquileres de casas y seguros de los coches. Hay que llevar una vida correcta y sin llamar la atención, para después sembrar el terror. Los documentos falsos les ayudan a eso y les dan seguridad. Si resulta que van con un DNI inventado o uno que no coincide el nombre con el número, para las Fuerzas de Seguridad del Estado, que les pisa los talones, sería sencillo detenerlos.
Lesaca fue arrestada el pasado domingo, pero ya en julio estuvo vigilada por la Policía y escapó por los pelos. Tenía identidades de mujeres de Sant Boi, Valencia, Santander, Llíria o Huesca. En todos aparecía su cara, pero nunca su nombre verdadero.
Según las circunstacias, la etarra debía hacer un breve repaso de la personalidad que adquiría. Dónde vive, los nombres de los padres, dónde nació y, también, si firma con el apellido o con el nombre, si tiene letra grande o pequeña.
Si pone el punto en las íes.
A Iker Aguirre Benadal, en 2007, en la estación de tren de Portbou, le hicieron una pregunta demasiado sencilla para no provocar sospechas en el delincuente: «¿Cómo se llaman tus padres?». Iker, que ya estaba nervioso y por eso había llamado la atención de los que le vigilaban, dudó, sudó un poco más y finalmente reconoció que no sabía responder una cuestión tan sencilla. No conocía el nombre de su padre, o sea del padre de Agustín Sieiro Barja, por quien se hacía pasar en ese momento. Vivir en la clandestinidad, siendo varias personas, exige cierto trabajo. Iker llevaba hasta cinco identidades distintas. Falló y fue detenido.
¿Cómo llega a ETA?
Como Pilar no era consciente de haber perdido el DNI en ningún momento, ni de que se lo hubiesen robado, se sintió aún más nerviosa. Se puede perder o que te lo roben. Pero asusta más cuando ninguna de las dos cosas ha sucedido. Surgen más dudas y se sospecha de cualquiera. ¿A quién se lo dejaste, quién te lo pidió, en qué establecimiento se lo quedaron mientras dejabas las maletas, o en cuál pagaste y se lo llevaron, se supone que para comprobar la tarjeta de crédito?
O preguntas más dolorosas, las que hicieron que Pilar (mientras intenta seguir con su vida normal, yendo a trabajar al colegio, dando clases a los niños de Primaria antes del puente de noviembre) no contestase más al teléfono y acudiese rápidamente a la Policía para informarse de lo que había sucedido. Ella, que no ha estado en Francia, pese a que en un apartahotel crean que sí porque tienen sus datos. Ella, que no huye porque no tiene motivo, se hace preguntas que inquietan su rutina: ¿desde cuándo ETA sabe mi número de DNI, el nombre de mis padres?, ¿desde cuándo sabe dónde vivo?
Documentos de identidad de otras nacionalidadespor J. M. Zuloaga
El etarra Saúl Curto López (en la imagen), detenido días antes en la localidad francesa de Puy-Saint-Gulmier, en una operación conjunta de las policías española y gala, llevaba también numerosas documentaciones falsas de varias nacionalidades, lo que confirmaba su condición de «liberado», que ocupaba un puesto importante dentro del organigrama etarra.
Además de los documentos españoles y franceses, algo habitual entre los terroristas que se esconden en el vecino país, Curto portaba otros italianos, y, lo que llama la atención, argentinos y mexicanos.
En esta última nación, se esconden aún decenas de miembros de la banda, por lo que, además de las funciones que tenía en el «aparato logístico-militar» (mantenimiento de zulos, en los que se esconden armas y explosivos), podía ocuparse de lo relativo a los llamados «refugiados». Curto se hallaba en ignorado paradero desde diciembre de 2008 por su relación con el «comando legal Basakatu», responsable, en el año 2008, de la colocación de diversos artefactos explosivos en varias playas de Cantabria y en Vizcaya, y contra la Casa del Pueblo del PSE-EE de Bilbao y en el periódico «El Correo» en Zamudio.
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