Huelgas
Huelga y daños
Si la huelga fracasa, los convocantes fracasan. Pero su éxito también dañará a los sindicatos, porque la única forma de conseguir que los trabajadores la secunden es violar su libertad y quebrantar su derecho a ir a trabajar. Los sindicatos saben hacerlo, la violencia con bajo coste es uno de sus privilegios, pero también saben que si lo hacen de manera demasiado descarada, la gente se dará cuenta y ellos se hundirán aún más en el descrédito frente a aquellos que dicen representar. Además, la huelga es convocada contra el Gobierno, pero Smiley insiste en que él es gran amigo de los sindicatos: en este caso, hay que reconocerlo, no miente. Y cualquiera que sea el resultado de la huelga, los ciudadanos están hasta las narices tanto de los sindicatos como de los políticos en general y del Gobierno en particular. Como todos saben esto, hemos llegado a una situación paradójica, en donde tanto el Gobierno como los sindicatos procurarán hacer el paripé para conseguir un objetivo: no hacerse mucho daño. Para ello la huelga tiene que llevarse a cabo pero intentando que el seguimiento no sea ni nulo ni masivo. De ahí que el Gobierno imponga unos servicios mínimos, simulando defender al pueblo, y los sindicatos quizá no perpetren muchos desmanes y, reveladoramente, hayan anunciado esta huelga con meses de anticipación, lo que reduce algo los daños de los ciudadanos. Y siempre los malos son los del PP, empezando por Esperanza Aguirre.
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