Comunidad de Madrid

Gómez iza la bandera de la izquierda

El discurso del ex edil de Parla tiene un tono cada vez más ideológico, como los del presidente del Gobierno.

Gómez iza la bandera de la izquierda...
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Una mañana plagada de citas. Si Zapatero mencionó a Azaña («España es país de sorpresas y reacciones inesperadas»), Gómez recurrió a Cervantes y al Quijote («Sólo por la libertad merece la pena arriesgar la hacienda y la vida»). Reencuentro. Casi dos años de distancia. El secretario general del PSOE acudía a Alcalá de Henares a arropar al único barón socialista que en diez años se atrevió a echarle un pulso.

El más novel de los líderes regionales arriesgó y ganó al «aparato» para ganarse el cartel electoral a la Comunidad de Madrid. Agua pasada. Ayer, todo talante. Todo elogios. Todo guiños. Como si nada hubiera pasado entre ambos «Gracias a él (dijo de Zapatero) el PSOE ha profundizado más en la democracia. Ha enseñado a los socialistas a elegir a quien quieren y a querer a quien eligen».

Émulo del leonés
Se percibe la ósmosis. Porque el Tomás Gómez de ayer se parece en muy poco al que dejó la alcaldía de Parla, y mucho al Zapatero que salió en 2000 del XXXV Congreso Federal del PSOE. Algo tendrá que ver que quien hoy es uno de sus principales asesores fuera entonces jefe de gabinete de Zapatero.

La influencia de José Andrés Torres Mora ha convertido a Gómez en un émulo del leonés. Discursos marcadamente ideológicos, contrastes entre izquierda y derecha, abandono del espacio de centro…Gómez clama y así lo dijo ayer ante los alcalaínos un «proyecto político de izquierdas que es también para gente que no es de izquierdas» y no como Esperanza Aguirre que, a su juicio, es «una privilegiada que gobierna sólo para privilegiados».

Al más puro estilo Robin Hood, el candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid hizo hincapié en que la presidenta de Madrid representa un «proyecto político de privilegio para unos pocos y de abandono para la inmensa mayoría», «una sociedad anónima, un negocio para su círculo de amigos…» mientras que él tiene, afirmó, «un proyecto para la gente normal y corriente, un proyecto de socialismo democrático para la mayoría social».

«¿O es que acaso la gente que no es de izquierdas no tiene hijos, o sus padres no se hacen mayores, o no enferman, o no se quedan sin empleo, o los jóvenes de derechas cuando les deniegan un beca no sufren desilusión o una mujer que no es de izquierdas no se desespera cuando tiene que esperar más de ocho meses una revisión ginecológica?», planteó al más puro estilo Torres Mora.

Tras proclamar que el PSOE tiene una «deuda» con los millones de españoles que le dieron su confianza hace tres años, se ha mostrado convencido de que los que dicen que «todos son iguales» son aquellos a los que les «da igual quien gobierne y que haya o no haya crisis, porque tienen asegurados sus ingresos y no tienen problemas para pagar su deuda». Su impresión es que hay «mucha gente para la que es muy importante cada día de Gobierno socialista, gente para la que 400 euros o una beca significa presentarse con dignidad ante sus familias o llegar a fin de mes».

Por eso dijo que en Madrid es el momento de presentar una «hoja de reclamaciones» a la presidenta Esperanza Aguirre, de la que ha dicho que «si eres rico y del norte será tuya, pero si eres del sur y pobre nunca será tuya, aunque la votes. El proyecto de la señora Esperanza Aguirre es de arriba y abajo, de ascensores para ellos y metrobús para los demás», proclamó.

Lo dicho: discurso marcadamente ideológico con el que aseguró, en la cuna de Cervantes, que los principios socialistas se parecen a los de Don Quijote: «Solamente por la libertad merece la pena arriesgar la hacienda y la vida; esos son los principios que defendemos lo socialistas», jaleó ante los alcalaínos.

Telemadrid, en el punto de mira
Tomás Gómez ha puesto a Telemadrid en el punto de mira y Zapatero ha «comprado» la mercancía. Tanto que ayer en el mitin de Alcalá criticó a la cadena como en 2003 y 2004 lo hizo con TVE. Fueron tan insistentes sus alusiones a la falta de independencia, a la manipulación y al apagón informativo sobre la oposición, que un grupo de incontrolados increpó por extensión a una redactora de otro canal y le impidió hacer su trabajo. El revuelo fue tan notorio que el presidente se vio obligado a llamar a la calma y al talante.