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Jonás Ramalho por Julián García Candau

La Razón
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Jonás Ramalho Chimeno, nacido en el Hospital de Cruces, hijo de emigrante angoleño y vizcaína, es negro y ha debutado con la camiseta del Athletic Club que luce los colores de la ikurriña. De Ramalho dirán que es jugador de color porque da la impresión de que existe miedo a la negritud, que no se debe confundir con el racismo. Lo que espera la afición de San Mamés es convertirlo en nuevo símbolo, en jugador precursor de las nuevas generaciones que por la inmigración están llamadas a cambiar los apellidos tradicionales por los de origen rumano o magrebí, pongamos por caso.

El Athletic aceptó un entrenador andaluz, Joaquín Caparrós, con lo que rompió la costumbre de que sólo se sentaran en el banquillo de La Catedral vascos o extranjeros. Antes hubo otro andaluz de nacimiento, de Tarifa, Luis Fernández, aunque presentó pasaporte francés. El actual presidente ha vuelto a las viejas costumbres y contrató a Bielsa, argentino que, encima, pretende cambiar y lo está haciendo con éxito, los esquemas de la casa.

El Athletic viste de ikurriña como signo de identidad, pero con el fútbol que practica ahora, no puede decirse que conserve raíces. Bielsa está imponiendo un juego más parecido al de la Selección y del Barça que al practicado desde los tiempos de Pichichi con algún heterodoxo como Chechu Rojo. La tarde en que debutó Ramalho, el Athletic Club ganó en Nervión y lo hizo con el juego más brillante del último siglo. Quizá los tradicionalistas echarán de menos el fútbol racial, pero con los triunfos aceptarán la carta de la nueva cocina.