Caso Marta del Castillo
Carcaño a Samuel: «Te pido que digas dónde está Marta»
Sevilla-Amaneció con lluvia la cuarta jornada del juicio del «caso Marta del Castillo», y la sesión empezó con dos peticiones de la acusación particular. Una, como una plegaria, basada en la certeza de que, inevitablemente, la sentencia firme de «El Cuco» vulnera el principio constitucional de imparcialidad del juez, como mínimo en lo formal. Otra, la solicitud de que Miguel Carcaño se enfrentase en un careo con Samuel Benítez, a lo que las partes no se opusieron.
«Lo único que te pido es que digas dónde está Marta. Ya que tú estás en la calle y yo estoy en prisión y se ve que tu actitud es lo más pasota que puede haber», espetó el asesino confeso. «¿Pero dónde está? Se cree el ladrón que todo el mundo es de su condición. Explícame tú quién se prestaría a ayudar a la desaparición de un cuerpo cuando una persona mata a otra. Yo no», respondió Samuel.
Pocas esperanzas
El cara a cara, así como los testimonios de los padres de la víctima marcaron la sesión y dejaron una extraña sensación de desesperanza, como si ya todo estuviese perdido. Hoy declara «El Cuco», pero, más que algún detalle sobre la ubicación del cuerpo de la víctima, se espera que como imputado por la vía de Menores –aunque ya juzgado, lo que le garantiza salir indemne confiese lo que confiese– rubrique otra vez ese pacto implícito de silencio entre los imputados. Lo que en su día Eva Casanueva llamó «el pacto de los lobos». La madre de Marta se confesó «hundida» y aseguró que «lo único que quiero es recuperar lo que quede del cuerpo de mi hija y seguir hasta que me muera con esta pena», definiendo los cambios de versión como «una tortura infinita». Casanueva dijo que había advertido a Marta, en el inicio de su relación con Miguel, que «tenía el perfil del maltratador: primero te putea y después te regala».
Eva, como Antonio del Castillo y como el tío, Javier Casanueva, clavó su mirada en los inculpados de paso hacia el estrado. El más vehemente fue el padre de Marta, que esquivó a los policías nacionales, lo que le impidió obtener el consuelo de mirar a los ojos a los presuntos asesinos de una hija. El padre de Marta relató que ha estado un año sometido a tratamiento psicológico y cuatro meses de baja laboral. «Estoy desesperado por encontrar a mi hija», lamentó, para añadir que «cuando detuvieron a Miguel pensé que se acababa la agonía, pero después vino una versión y otra». Del Castillo lamentó que «no nos están dando la oportunidad de enterrar a nuestra hija».
El careo entre Miguel y Samuel, lejos de revelar algún dato de interés, murió como un patético teatro entre niñatos que se acusan mutuamente. Ni una pregunta por parte de su señoría más allá de «sitúense en el momento de los hechos». Y empezaron a largar fiesta. El magistrado Javier González, por contra, sí tuvo a bien interrumpir al abogado de la familia para pedirle que no llamara «Antonio», en lugar de «señor Del Castillo», al cliente con el que ha trabajado casi tres años. El juez reculó sobre la marcha, de absurda que fue la petición.
De las declaraciones de los familiares de Marta y sus amigos sólo se sacó en claro que entre las 00:30 y las 00:45 horas y las 2:15 y 2:30, aparentemente, no había nadie en el piso de León XIII. También, que Samuel se incorporó a la búsqueda sin ropa de abrigo en una noche tormentosa.
Un tenso careo que no aclaró nada
–Miguel: «Quiero que digas dónde está Marta. Tu actitud es de lo más pasota».–Samuel: «Cree el ladrón que son todos de su condición. Quién puede creer que una persona mata a una persona y otra le va a ayudar. Yo no. Tú me estás metiendo en esto a una hora en la que yo estaba con mis testigos en Montequinto... Hablas sin aportar pruebas».–Carcaño: «Los "tickets"de autobús no han aparecido».–Samuel: «No te tengo que demostrar nada, se lo tengo que demostrar al jurado».–Carcaño: «Yo intento demostrar que no cogiste el autobús, que viniste a mi casa en coche. También es mentira que no estuvieras en mi casa. Apagaste el móvil. Eras más listo que yo y por eso estás en libertad y yo en prisión».–Samuel: «Y yo soy Forrest Gump, que desde Montequinto a tu casa tardo cinco minutos... Es fácil acusar en este país sin aportar pruebas».
Te pido que digas dónde está Marta. Yo estoy en prisión y tú en la calle».Carcaño: «se cree el ladrón que todos son de su misma condición.«Acusas sin pruebas», le recriminó Benítez. Carcaño le preguntó por «los tiques de autobús». «Tenías coche. Apagas el móvil. En esa época tú eras más listo que yo. Por eso tú estás en libertad y yo en prisión», dijo Carcaño. «Y yo soy Forrest Gump y llego en cinco minutos a tu casa», reaccionó Samuel.
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