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El parka y los pisacacas

La Razón
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En los 80 llevábamos una chapita amarilla y redonda en la solapa, con un sol y la leyenda «¿Nucleares? No, gracias». Era una copia de la que llevaban los Grünen en Alemania. Supongo que después fue una debilidad comprensible de los progres intentar rescatar esa época del parka y los pisacacas. La verdad es que lo tenían difícil, los pobres progres, después de la caída del muro. En Berlín murieron los planes quinquenales, las fábricas estatales, el anticapitalismo, el partido único... ¿qué les quedaba? Vaciada de contenido, la izquierda eligió como bandera algunos lemas típicamente liberales y relativistas. El feminismo (contra el que en su día se alzó la izquierda republicana), la lucha gay (perseguida en Cuba) o el republicanismo. Pero desde que las mujeres más luchadoras están con la derecha (de Merkel a Cospedal), hay alcaldes homosexuales en el PP y simpatías socialistas en los ambientes reales, la cosa se ha puesto angustiosa. Cae ahora la causa antinuclear. El grupo de sabios, Felipe González el primero, han puesto en guardia a Europa frente a la tentación de abandonar las centrales. El combustible orgánico contamina una barbaridad y nos hace dependientes estratégicamente. Y el continente no está para bromas. La verdad es que comprendo a Rubalcaba inventándose impuestos para ricos que luego paga la clase media. Ya no le queda más opción de izquierdas que el odio social y la envidia. Y ésta, la verdad, tiene mucho predicamento entre nosotros. Yo le aconsejaría al del faisán que repartiese chapitas electorales amarillas con un lema simple: «¿Ricos? No, gracias»