Barcelona
Joaquín Lorente: «Los políticos que no saben que se larguen»
Con firma propia. Profesión: publicista y escritor. Nació: en 1943, en Barcelona. Por qué está aquí: presenta su libro «Tú puedes» (Planeta). Del anterior, «Piensa, es gratis», vendió más de 350.000 ejemplares.
–«Tú puedes». ¿Dónde está la nueva energía?
–En la desvergüenza respetuosa está la energía del futuro.
–«Lo más excitante del futuro es que siempre está por hacer», escribe. Dicen que el futuro nos lo hacen...
–A veces nos lo hacen, pero empieza a funcionar el inconformismo.
–Usted es un optimista irredento...
–Sí. El optimismo es una de las principales energías del cerebro. El pesimismo nos paraliza.
–Es un apasionado repartidor de esperanzas...
–También. Me gusta la esperanza activa, no la pasiva, que reza y espera.
–Nietzsche afirmaba que la esperanza es un vil engaño, el peor de los males.
–Estoy en desacuerdo. La esperanza es saber que siempre hay una luz.
–Subtítulo: «Nuevas ideas para potenciar el talento». ¿Llega a tiempo para salvar a Zapatero?
–No. Se le pasó la hora y paró los relojes de demasiada gente y empresas.
–Fue asesor personal de Felipe González y Pujol. ¿Les potenció el talento?
–Les di confianza en sí mismos, les conecté con la realidad de la calle.
–¿Y a quién le gustaría potenciar ahora?
–A nadie. Me corté la coleta de asesor político.
–¿Qué aprendió en esa etapa?
–A aconsejar sin tapujos. Me aguantaban porque les decía lo que pensaba. Yo no pertenecía a la corte de aduladores, iba por libre. Y eso era lo que más les gustaba: mi falta de respeto al poder.
–Habla del talento. ¿No cree que hay tontos?
–Hay duros de mollera. No la reblandecen con el conocimiento y se seca.
–Es un afamado publicista. La publicidad ha sustituido a la ideología, ¿no?
–Sí, definitivamente. La política se vende con estudios de opinión.
–Es una suma de gestos, imágenes, apariencias, fingimientos...
–De todo eso y de ausencia total de autocrítica y exceso de crítica al otro.
–¿Los «indignados» necesitan un jefe de publicidad como usted?
–No. Necesitan un portavoz que concrete su indignación. La suya es una indignación muy dispersa. No saben concretar.
–Dice: «En lo políticamente correcto está la parálisis del cerebro». Dígame algo políticamente incorrecto, por favor.
–Los políticos que no saben, que se larguen de una vez.
–Rubalcaba dice que quiere pasar a ser Alfredo...
–Algo muy utilizado: busca la proximidad, la familiaridad.
–Yo creo que quiere pasar a ser Alfredo di Stéfano...
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