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«Las radiaciones se quedan en el ADN para siempre»

Estos días, debido al desastre producido por el terremoto de Japón en la central nuclear de Fukushima, se habla de reactores, núcleo, radiaciones… temas tan desconocidos para la mayoría de las personas que muchos tienden a confundir unas cosas con otras. Por eso hemos hablado con el doctor Juan Sabaté Díaz, profesor de radiología, para que nos aclare la diferencia de las radiaciones usadas en la medicina y las producidas en un accidente como el de Japón.

«Las radiaciones se quedan en el ADN para siempre»
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¿Qué tienen en común las radiaciones que ustedes utilizan en radiología y las que se desprenden de un desastre como el de la central de Fukushima?
-Lo único que tienen en común es que las dos son radiaciones ionizantes y la gran diferencia es la intensidad de las mismas. En una prueba radiológica la intensidad de las radiaciones a las que se ve sometido el cuerpo es mínima, mientras que en un desastre nuclear es enorme.
-Pero una prueba radiológica también tiene su riesgo…
-Por supuesto. Siempre avisamos a los pacientes de que el riesgo está ahí, lo que ocurre es que el beneficio es tan superior al teórico perjuicio que todo el mundo prefiere hacérselas. Según los cálculos, si un millón de mujeres fueran expuestas a una mamografía anual durante cuarenta años, sólo seis sufrirían un cáncer por culpa de la radiación; mientras que la casuística nos dice que a cinco de cada mil mujeres se le detecta el cáncer de mama gracias a esta prueba.
-¿El personal sanitario también corre ese riesgo?
-Claro. De hecho están obligados a llevar en todo momento un aparato, el «dosímetro», que detecta y deja anotadas todas las dosis radioactivas a las que están sometidos. Esos datos quedan anotados en un historial clínico que tienes abierto toda tu vida ya que las radiaciones son acumulativas.
-¿Qué quiere decir con eso?
-Las radiaciones tienen dos problemas importantes: el primero es que no las notas, es decir, uno entra en un sitio radioactivo y no huele a nada especial, ni se ve, ni se siente, por tanto no pueden evitarse; y el segundo, , es que se acumulan en nuestro organismo. Cuando alguien se expone a una radiación ésta se queda en el ADN para siempre y sus efectos se suman a las que ya teníamos almacenadas.
-En estos días estamos oyendo que en Japón se le aconseja a la gente que tome yodo, ¿por qué?
-Hay órganos que por su estructura son más sensibles a las radiaciones que otros, por ejemplo el tiroides o el cristalino de los ojos. El yodo lo que hace es proteger las células tiroideas contra ese ataque radioactivo y dificultar que pueda producirse el cáncer.
-¿Qué diferencia hay entre la radiología y la radioterapia?
-La radiología es una especialidad médica dedicada al diagnóstico por imagen, mientras que la radioterapia es una especialidad de tratamiento. En las dos se usan radiaciones, pero en radioterapia son mucho más intensas.
 -Los rayos X se descubrieron hace 115 años. ¿las técnicas médicas han avanzado mucho desde entonces?
-Voy a darle dos datos curiosos: Al principio los que trabajaban con rayos se exponían tanto que terminaban muriendo de cáncer, podíamos hablar de los mártires de las radiaciones, como el matrimonio Curie o los primeros radiólogos del siglo XX. Y la otra anécdota es que el TAC se convirtió en una máquina muy famosa en su día porque el dinero que se necesitó para su desarrollo lo puso la casa de discos EMI, donde grababan los Beatles. De ahí que los primeros TAC se llamaran EMI.